La hora de la tortura
Llego la hora en la que Matías tenía que buscara a Emily.
Mientras la joven lo esperaba en la puerta de su casa, no podía dejar de pensar en Cate y esa llamada.
Unos minutos después un auto de lujo se estacionó frente a ella, Matías bajo del coche. Estaba elegante pero casual, la saludo con un beso en la mejilla y la llevó hasta su auto. Abrió la puerta para que ella pueda pasar y eso hizo, el se subió y ambos se fueron.
Emily: (en silencio durante el viaje hacia el restaurante)
Matías:(notando el silencio) ¿Estás bien, Emily?
Emily:(con la mente en otro lado) Sí, estoy bien.
Matías:(intentando sacar tema de conversación) ¿Qué opinas del lugar al que vamos a almorzar? He escuchado que tienen una comida deliciosa.
Emily: (respondiendo de manera cortante) Oh, sí, he oído lo mismo.
Matías: (notando la frialdad) Parece que algo te preocupa. ¿Quieres hablar de ello?
Emily: (con una sonrisa forzada) No es nada, de verdad.
A pesar de los esfuerzos de Matías por entablar una conversación, Emily seguía distraída y preocupada por sus pensamientos sobre Cate.
Por otro lado. Mientras Cate estaba en su casa, sentada en el sofá con una taza de café en la mano, no podía dejar de pensar en Emily. Se preguntaba por qué Emily no había aceptado salir con ella. ¿Estaría enojada por lo de anoche? Esta pregunta la atormentaban.
En ese momento, Andrew la vio a lo lejos. Cate estaba mirando hacia la nada, perdida en sus pensamientos. Andrew se acercó y le dio un pequeño beso en la mejilla, buscando su atención. Cuando hizo esto, Cate lo miró con seriedad, pero luego le regaló una sonrisa forzada sin decir nada.
Andrew:(preocupado) ¿Te pasa algo, cariño?
Cate:(negando) No, nada en particular. Solo estoy un poco cansada.
Andrew entendió que algo la estaba incomodando, pero no quería verla así. Decidió animarla y la invitó a almorzar.
Andrew:Vamos, Cate, sé que estás cansada, pero un almuerzo fuera te hará bien.
Cate aceptó a regañadientes y se fue a cambiar, dejando la taza de café en manos de su esposo sin decir una palabra más.
En el restaurante, Matías examinó rápidamente el menú, ya tenía en mente su elección. Esperaba a que Emily decidiera, pero ella tenía la carta frente a su rostro, indecisa y ocultando su mirada detrás de ella. El mesero se acercó y preguntó si ya habían decidido. Matías asintió y ambos esperaban a que Emily hiciera su elección.
Emily:(indecisa) Uhm, creo que... lo mismo que él, por favor.
Emily se sentía incómoda, aunque no sabía por qué. Matías parecía no detenerse de hablar, contándole detalles de su vida y elogios sobre lo encantadora que era Emily. Aunque no lo expresaba abiertamente, ella se estaba fastidiando.
Matías:(entusiasmado) ¡Perfecto! Eres tan encantadora, Emily. Estoy emocionado de pasar este tiempo contigo y conocerte mejor.
Emily asintió con una sonrisa forzada, sin sentirse del todo cómoda con la conversación que Matías había iniciado.
En el restaurante, Cate y Andrew estaban sentados en silencio. Cate no estaba del todo feliz, y su esposo notó su expresión preocupada.
Andrew: (preocupado) Cate, ¿qué te pasa? Llevas toda la mañana así.
Andrew insistía en saber lo que le preocupaba a Cate, y esta vez lo hizo con un tono un poco más insistente. Cate, por su parte, estaba fastidiada por las preguntas constantes.
Cate:(seria) Andrew, por favor, te he dicho que estoy cansada.
Ambos esperaron en silencio mientras el mesero tomaba su orden. Andrew parecía no querer aceptar la respuesta de Cate y volvió a repetir su pregunta.
Andrew:(insistente) Cate, en serio, ¿qué te pasa? No puedes simplemente decirme que estás cansada y ya.
Cate lo miró seriamente, sintiendo que no podía soportar más sus preguntas repetitivas.
Cate:(seria y firme) Andrew, escúchame bien. Si me vuelves a preguntar lo mismo, me levantaré de esta mesa y te dejaré aquí solo. ¿Entendido?
Andrew asintió con la cabeza, notando que su insistencia estaba afectando a Cate de manera negativa, y decidió guardar silencio mientras esperaban la comida.
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two glances do not meet by chance
RomansaEn las calles bulliciosas de Nueva York, donde las luces destellaban y el arte se fundía con la esencia de la ciudad, comenzó a tejerse una historia que cambiaría el curso de dos vidas de manera inesperada. Una joven de diecinueve años, cuyo corazón...