Alexis
Estaba en mi habitación, recién me había despertado por el sonido de que alguien estaba tocando la puerta de la entrada de mi casa. Volteó y veo a Alicia desnuda y dormida a lado mío.
Molesto por el ruido, decido pararme para ver quien era, me visto y salgo de la habitación para ir a la entrada, al abrir la puerta me lleve la sorpresa de ver quién era.
-Oh, lo siento profesor, no sabía que estaba dormido.
-No te preocupes,linda. Pasa- dije haciendome a un lado.
La chica aún tenía la misma vestimenta de ayer.
Ambos nos dirigimos a la cocina para conversar.
-Lo siento mucho, Alex.- dice sentandose en mi barra- No quise bailar ni besarme con el chico del antro.
-No pasa nada, preciosa, todo está bien.
-No, si vengo, es para pedirte perdón- dice ahora abrazándome.- Y también para recompensarte.
Su mano viajo lentamente hacia mi bulto, empezando a acariciarlo.
-No sabes cuanto he querido hacer esto- dice agarrándome la cara y besarme apasionadamente.
El beso era lo contrario a lento y tierno, era un beso de deseo y pasión. Seguimos besándonos, nuestras lenguas empezaron una guerra. Sus carnosos labios de repente dejaron de besarme.
_____ baja de mi barra y y empieza a quitarme mi short y mi boxer al mismo tiempo.
-Vaya, si que es grande- dice escupiendo y empezando a masturbarme con las manos, para después meterlo a su boca mientras seguida masturbándome.
Sentía tanto placer, que no podía evitar soltar jadeos. El sentir su boca en mi miembro fue una experiencia que sin duda repetiría.
Sin temor, agarro su cabeza y empiezo a penetrar yo su boca, el placer cada vez era más y más.
Sin avisar terminé en su boca, ella sin dudar se lo trago todo y me vuelve a besar.
Ahora yo la había cargado y ella estaba recargada en la pared, note como es que ella ni siquiera tenía pantis.
Empecé a darle cariño a su clítoris, haciendo que ella gimiera. Sus gemidos eran hermosos, podría escucharlos todo el tiempo.
Después de haberla tocado, agarro mi miembro y empiezo a metérsela lentamente.
Sus gemidos ahora eran más diferentes, se escuchaba el placer que sentía.
Ahora mis embestidas iban rápidas y profundas. La cocina solo se llegaba a escuchar nuestros gemidos.
La chica se baja de mis brazos y con ayuda de la barra hace que se ponga en cuatro, no dudo en seguirle.
Volvía a penetrarla con fuerza y rapidez, ahora por fin podía nalguearla. Sus nalgas ahora estaban rojas de tanto pegarles, pero a ella parecía gustarle, y lo seguía haciendo.
-Como me encantas, maldita perra.
Los gemidos se volvían cada vez más fuertes, ella y yo estábamos estábamos por venirnos. Cada vez mis embestidas eran más rápidas y más profundas.
Hasta que escucho como alguien me empieza a llamar al teléfono.
Lo agarro y cuelgo la llamada sin ver, pero este seguía sonando. Decidí mejor apagarlo, pero, ahora sonaba el teléfono de ella.
Y fue ahí cuando me desperté.
Agarro rápido mi celular y sin ver quién era, contesté.
Llamada telefónica.