IX - Winterfell

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Los primeros meses posteriores a su regreso de King's Landing fueron tranquilos, Rodrik parecia intimidado sin que nadie estuviese presente pero la princesa lo notaba, aquella golpiza recibida lo habia asustado, le habia probado las consecuencias ...

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Los primeros meses posteriores a su regreso de King's Landing fueron tranquilos, Rodrik parecia intimidado sin que nadie estuviese presente pero la princesa lo notaba, aquella golpiza recibida lo habia asustado, le habia probado las consecuencias de hacer enfadar a un Targaryen.

Daemon la habia salvado de ser ultrajada, despojada de sus ropas y seguramente lastimada de forma horrorosa, pero Rhaella jamás pudo agradecerle, el príncipe simplemente se esfumó dejando detrás aquella nota. La princesa no se enfadó, pero tampoco se hizo ilusiones, su primo no podria protegerla toda la eternidad a pesar de su juramento.
Ella debia defenderse por si sola, debia proteger a Rodwell. Por eso le pidió a los mejores herreros de Winterfell que le hiciesen una pequeña daga, liviana, que pudiese cargar a todos lados sin que se notase demasiado. Tardaron unos dias, pero valió la pena pues la pieza entregada era impecable. La hoja era igual de hermoso que filosa y tenia unas escrituras en alto valyrio que expresaban el poder de los dragones. El mango era realmente ligero y un dragon de negras escamas lo enrollaba, como si estuviese bendiciendo aquel cuchillo.

Rhaella recordó observar al herrero de forma atónita y luego una enorme gratitud.

—No necesita pagarme, princesa. —Aseguró el herrero, tenia las manos llenas de ollin, el cabello pegado a la frente por el sudor.

—No digas disparates. —La princesa tomó una gran bolsa de monedas para entregársela.

—Lo hago con gusto, usted es Lady de Winterfell.

—Soy una humana como tú. —Afirmó la joven. —¿Tienes hijos?

—Si, princesa. —El herrero comenzó a limpiar sus dedos con un trapo que estaba aún más sucio. —Tengo tres hermosas niñas.

Rhaella sonrió con disimulo, recordando a Rhaenyra cuando ambas eran niñas. —Entonces toma este dinero y compra algo muy bonito para tus hijas.

Finalmente el hombre de aproximadamente cincuenta años alcanzó esa bolsa de monedas. Inclinó su cabeza varias veces en agradecimiento. La Targaryen notó su humildad y una gran sonrisa la inundó, no había tenido la oportunidad de conocer a las personas residentes de Winterfell, pues había estado encerrada en la habitación dando a luz a su primogénito.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | Daemon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora