❛ Rhaella Targaryen, la hermana de "la reina que nunca fue", jamás tuvo esa presión de la realeza sobre sus hombros, desde pequeña su unica certeza había sido pasar su tiempo volando y surcando los cielos, batallar para defender a su gente. Pero ya...
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—Rhaella, espera por favor. — Se escuchó la voz de Rodrik con un efecto de eco debido a la gran cueva donde se encontraba Myrgor, era el único lugar donde la hembra podía estar cómoda sin tratar de matar a los cuidadores cuando se acercaban para limpiar sus escamas. Pero ahora que no había nadie, solo la princesa, el lugar si tenía sus tintes terroríficos.
Con la de cabellos blancos miró por encima de su hombro notó como su marido se apresuraba para pararse a su altura, lo cual no era difícil ya que la pobre apenas podía dar dos pasos sin sentir ese agudo dolor en la entrepierna, pero lo peor era que se extendida hasta la zona baja del vientre haciendo que incluso respirar fuese un desafío, pero ya le faltaba poco, ya escuchaba la fuerte respiración de su dragona.
—Que me esperes, joder. — Él la tomo del brazo, obligándola a que se detuviera. Los ojos de la reciente madre lo aniquilaron.
—No insistas más Rodrik, te he dicho que lo voy a llevar.
— ¿Y es estrictamente necesario que sea encima del lomo de un dragón gigante?
A Rhaella no le gustó nada el tono de voz que uso para referirse a Myrgor, si era cierto que solo llevaba aquí menos de once meses y casi nadie cercano a la fortaleza de los Stark se atrevía a acercarse, incluso ya se habían inventado historias para asustar a los niños, falacias que contaban como la bestia de la esposa del Lord Stark era capaz de quemar a todo un pueblo. Y si bien algo de eso era cierto, Myrgor no era un dragón de guerra, era casi imposible que perdiera el temperamento a tal punto. O eso quería creer.
—No me mires así, sabes a lo que me refiero...— Replico con un suspiro Lord Stark.
—De hecho no, no se a lo que te refieres... así que explícame.—Lo desafió Rhaella, la cual sabía que tenía completamente prohibido hablarle a su esposo de esa manera pero no había nadie alrededor que pudiese reprochárselo.
