X - La Cacería Real

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❝ 𝐓𝐡𝐞 𝐑𝐨𝐲𝐚𝐥 𝐇𝐮𝐧𝐭 ❞

❝ 𝐓𝐡𝐞 𝐑𝐨𝐲𝐚𝐥 𝐇𝐮𝐧𝐭 ❞

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Peinar las nubes era una actividad que la princesa había añorado, de hecho el simple acto de volar sobre Myrgor no había sido muy accesible durante ese par de años, tan solo habia podido subirse a su lomo unas tres veces en un año, demasiado poco ...

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Peinar las nubes era una actividad que la princesa había añorado, de hecho el simple acto de volar sobre Myrgor no había sido muy accesible durante ese par de años, tan solo habia podido subirse a su lomo unas tres veces en un año, demasiado poco comparado a lo recuerrente que era en su niñez.

Pero ahora se sentia liberada, no solo por alejarse de ese lugar que aún era desconocido para ella, sino porque no tenia que preocuparse en la consecuencia y el humor que tendria Rodrik cuando ella volviese.
Pensar tanto hizo el trayecto mucho más ameno y en casi un suspiro Myrgor estaba rugiendo a causa de la cercanía a otros dragones cercanos como Syrax.

Cuando la criatura de grandes alas aterrizó sobre la entrada de Pozodragón los cuidadores de aquel lugar se acercaron de inmediato, uno de ellos murmuró a su superior, algo que Rhaella no comprendió.
Con gran cuidado tomó al pequeño Rodwell desatando la tela que los unía y se bajó con ayuda de un Capa Blanca; Sir Harrold Westerling.

—Princesa Rhaella. —La saludó con una pequeña reverencia y segundos después centró su atención en el infante. —Lord Rodwell, como ha crecido.
Una sonrisa nostálgica se formó en el rostro de la peliblanca, se sentia en casa nuevamente, era como si el tiempo no hubiese pasado. Además ya no había ese frío que congelaba hasta la última extremidad de un cuerpo humano.

—Es bueno verlo, Sir.

Un rugido un poco más agudo llamó la atención de todos, Mirrax se aproximaba con prisa y luego de un aterrizaje bastante estable se quedó junto al gran dragon hembra. Era tierno observar como el dragón de Rodwell tenía cierto apego con Myrgor a pesar de no estar emparentados ya que el dragon de la princesa aún no era capaz de poner crías.

—¿Puedo escotarla dentro de la fortaleza, alteza? —Inquirió Sir Westerling, el cual fue respondido con un movimiento de aprobación por parte de la muchacha.

Al cruzar las grandes puertas todo parecía igual a como lo recordaba cuando se fue, la misma servidumbre y el mismo ambiente tan iluminado que la hacia sentir segura cuando echaba de menos a su hermana en aquella lejana niñez.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | Daemon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora