VIII -... juro protegerte hasta mi muerte

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 ❝ ...𝐈 𝐬𝐰𝐞𝐚𝐫 𝐭𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐞𝐜𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐮𝐧𝐭𝐢𝐥 𝐦𝐲 𝐝𝐞𝐚𝐭𝐡 ❞

 (🐉🗡️) 

¡Atención! este capítulo presenta contenido sensible, leer con precaución

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Para cuando la princesa estuvo devuelta en sus aposentos la noche era oscura y fría, pero no tanto como el aura que su esposo desprendía, era una penumbra, amenazante y fuerte como un animal enjaulado

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Para cuando la princesa estuvo devuelta en sus aposentos la noche era oscura y fría, pero no tanto como el aura que su esposo desprendía, era una penumbra, amenazante y fuerte como un animal enjaulado. Pero lo peor era aquel hediondo olor a vino que llegaba a sus fosas nasales cada vez que Rodrik hablaba, o más bien cuando intentaba entrelazar palabras para formar una frase.

—Recuéstate ya, esposo. —Le pidió ella con un tinte cansado al final de su voz, aún podía sentir las manos cálidas del príncipe Daemon, esos dedos que la recorrían suavemente como si fuese terciopelo, tan seguros como el cuerpo de Rhaella fuese una espada a punto de blandirse, una espada que conoce muy bien...

—¡Suéltame!— Vociferó el castaño, zafándose del agarre de la joven. —¡Pue...puedo hacerlo... sin tu ayuda...!— Sus cuerdas vocales estaban desgastadas, como si las hubiesen rasguñado sin piedad.

—No grites así, vas a despertar a tu hijo. —Inquirió Rhaella, tratando de mantener esa serenidad que el encuentro con el príncipe le había dejado. A unos pocos metros, en una cuna de madera, estaba durmiendo Rodwell, con su pálida piel y pequeños cabellos blancos cubriendo su cabecita. Amina lo había cuidado y alimentado durante la ceremonia para que asi sus padres no tengan preocupaciones. — ¿Era necesario que te pusieses en este estado? Apenas puedes quedarte de pie.

El Guardián del Norte apretó los labios en una fina línea, impenetrable. Cuando Rhaella estudió su reacción pudo notar como los nudillos se le palidecían de tan fuerte que apretaba los puños como si sus manos extrañasen la copa de vino que hace unos instantes había estado posada entre sus dedos o como si la paciencia se le estuviese agotando. —No me... molestes, mujer.

—Si estuvieses en tus casillas no tendría porque ayudarte a que hagas algo tan sencillo como acostarte. —La reciente madre tuvo la intención de hacer un comentario y alivianar aquel ambiente, pero fue una equivocación, porque la mirada del mayor se perdió entre la poca luz de la habitación.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | Daemon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora