— ¡Italia, ven a desayunar! — le llamo.
— ¡Ya voy! — dice desde la habitación.
Ella sale de esta y se sienta en la mesa a desayunar mientras yo tomo un poco de dinero, mi celular y el pequeño papel donde se encuentra escrita la dirección de la casa de Italia, el cual ella me dio anoche.
— Ya terminé — dice al acabar su desayuno.
— Bien, vámonos — digo y ambas salimos del apartamento para luego salir del edificio.
Tomamos un taxi al cual le indico la dirección a la que nos dirigimos y este se pone en marcha. Luego de varios minutos de viaje en taxi al fin llegamos a nuestro destino, nos bajamos del taxi luego de pagar y nos dirigimos a la entrada principal.
— ¿A esto te referías con "casa"? — indago viendo a través de la gran reja.
— Sí — musita mientras abre la puerta y ambas entramos al jardín delantero.
— Pero si esto parece más una mansión — espetó.
Miro la casa o mejor dicho la mini mansión frente a mí y debo admitir que es muy bella. Es de dos pisos, paredes blancas y limpias, ventanas marrones hechas con madera fina al igual que el piso de la terraza y la puerta de entrada.
— Entremos — dice mientras se dirige a la puerta de en frente.
Ella toca la puerta un par de veces y luego de unos minutos le abre un ¿Policía?.
— Señorita Italia ¿Dónde ha estado? — pregunta el oficial con un tono de preocupación.
— ¿Donde están mis hermanos? — pregunta ignorando lo que dijo el oficial.
— Están adentro, están preocupados por usted — musita.
— Bien, vamos — dice y me toma de la mano para que el oficial me deje pasar.
— Señorita ¿recuerda donde vio por última vez a la niña? — se escucha la voz de un hombre proveniente de lo que parece ser la cocina.
— Sí, en el parque, ella se apartó de mi, la busque por todas partes y no la encontré por lo que supuse que tal vez había vuelto — se escucha ahora una voz femenina.
— Mentirosa — dice Italia cuando llegamos al umbral de la puerta.
En esta se encuentran tres chicos, uno pelinegro, ojos azules y un poco pálido, otro castaño de piel blanca con los ojos también azules y otro pelirrojo, ojos verdes el cual es la viva imagen de Italia solo que chico y más alto. En la habitación también se encuentra una chica rubia y un oficial.
— Italia — dice el pelirrojo con alivio al ver a su hermana.
La chica rubia ve a Italia con recelo el cual yo fui la única en notar, esta se levanta de la silla y se acerca amenazante a nosotras.
— Mocosa, ¿dónde te habías metido? — pregunta con irá en su voz.
Italia se posiciona detrás de mí asustada, eso hace que yo me enoje y antes de que la chica se acerque aún más, la abofeteó. Todos se levantan de sus asientos y me miran atónitos.— ¿Y tú quien te crees para golpearme? — cuestiona indignada mientras se soba su mejilla ahora roja. — ¿¡¡Acaso no sabes quién soy!!? — grita.
— ¡¡Me importa una mierda quién seas!! — grito más fuerte y ella se calla de golpe. — Cómo te atreves a abandonar a una niña en un estúpido parque solitario cuando está por anochecer. Quién en su maldito sano juicio abandona a una niña que no sabe cómo regresar a casa en un lugar donde cualquier loco, violador e incluso asesino la puede encontrar y dañar tanto física como mentalmente, es que eres jodidamente estúpida ¿¡¡o que!!? — la insulto.
— ¡¡Eso es falso!! — grita.
— ¡¡CÁLLATE!! — grita el chico castaño con voz gruesa.
La rubia se vuelve a callar de golpe y baja la cabeza.
— Italia ¿Eso es cierto? — indaga nuevamente el castaño mientras ve a la pelirroja.
Está sale de detrás de mí posicionándose a mi lado.
— Sí, si no fuera por Grecia quién me encontró llorando y me ayudó, no sé que me hubiera ocurrido — dice Italia.
El chico castaño asiente y dirige su mirada a la rubia.
— Estás despedida, no te quiero volver a ver en mi casa — dice serio. — Por favor sáquenla de aquí — le pide a los oficiales y estos obedecen.
Yo estoy por salir de la cocina para irme también pero una voz me detiene.
— Espera — me dice el castaño y yo me giro a verlo. — Supongo que querrás dinero por haber ayudado a nuestra hermana así que...
— No me interesa tu dinero — digo y él me mira confundido. — Por más que lo necesite, jamás aceptaré dinero de un idiota que deja que cualquier estúpida trate mal a su hermana menor — lo miro con desagrado. — Además no te estoy cobrando por ayudar a Italia, para mí fue un gusto haberlo hecho. Así que toma tu estúpido dinero y mira a ver si te cabe por la nariz — espetó y salgo de ahí no sin antes despedirme de Italia.
Al salir de la casa, tomo un taxi con dirección al centro puesto que aún debo conseguir un trabajo para poder pagar mi estadía en el departamento en el que me encuentro viviendo. Al llegar al centro, pago el taxi y me bajo de este. Camino por todas partes mientras entro a varios locales a preguntar si alguien necesita o está contratando un ayudante pero la respuesta siempre era la misma, pase el resto de la mañana y de la tarde buscando trabajo sin poder encontrar alguno.
— Disculpa — me dice una voz a mis espaldas mientras toca mi hombro.
Yo me giro y me encuentro con Roma, una chica que va en las mismas clases que yo. Es de cabello rubio, tez blanca y ojos verdes.
— Ah, hola Roma — saludo. Ella me sonríe. — ¿Qué pasa? — cuestionó.
— Note que estás buscando trabajo — dice y yo asiento. — Yo trabajo en un Library and cofee cerca de la escuela y estamos necesitando ayuda, tal vez si vas mañana luego de clases pueda ayudarte — dice gentilmente.
— ¿En serio? — cuestionó sin poder creerlo. Ella asiente. — Muchas gracias, de verdad gracias, me has salvado la vida — la abrazo.
— Por nada, solo no olvides entrar luego de clases — me recuerda.
— No lo haré, gracias — digo.