— Grecia — dice la mujer frente a mí de una manera que mezcla sorpresa con algo de nostalgia.
— ¿Estas bien? — pregunta Zach mientras se acerca a mí preocupado.
— Y-yo — tartamudeo intentando hablar pero las palabras no salen de mi boca.
Siento como mis ojos pican y se empiezan a cristalizar advirtiendo las ganas que tengo de llorar en estos momentos, no puedo parar de ver a la pelirroja mayor mientras retrocedo lentamente y siento como varias lágrimas están por salir.
— Grecia — dicen Zach y la pelirroja al unísono, lo cual hace que toda la atención pase de mi a ella. — ¿La conoces? — cuestiona Zach.
— Ella.... Ella es mi hija — dice mientras agacha la mirada.
— ¿¡Que!? — exclaman todos al unísono.
— Grecia, yo...
— ¡No me toques! — grito cuando esta está por tocarme. — Aléjate de mí, no te quiero cerca — digo retrocediendo unos cuantos pasos más.
— Ella...¿Ella es la niña que me dijiste habías perdido en un accidente? — cuestiona el señor Gabriel en un tono algo frustrado.
— Y-yo...
— ¿Eso les dijiste? — cuestiono con la voz quebrada, siento como mi sangre hierve, ya no aguanto más. — Acaso ¿ellos no saben lo que me hiciste? — digo amargamente.
— Hija, yo...
— ¡No me llames así! — grito nuevamente. — Yo deje de ser tu hija hace años, me da asco que me llames así — digo con todo el odio que tengo contenido de hace años.
— ¿Que hiciste? — cuestiona el señor Gabriel con un semblante y porte serio. — ¿¡Que hiciste!? — grita al ver la mujer no responde.
— Anda, diles — la miro fijamente, en ella se nota el dolor y la vergüenza. — Diles que me abandonaste a los 4 años justo después de la muerte de papá, diles que me dejaste en la calle a que sobreviviera por mi misma solo porque te recordaba a él, diles que me golpeabas cada vez que me mirabas solo porque estabas ebria y veías la mirada de papá en mí. — dije con asco en mi voz y las lágrimas empezaron a salir y a correr por mis mejillas una tras otra. — Diles como tuve que dormir en un maldito callejón mientras me arropaba con cajas, diles como tuve que aprender por las malas a valerme por mi misma durante 5 malditos años ¡DILES COMO UNOS MALDITOS BASTARDOS INTENTARON VIOLARME SOLO POR SER UNA NIÑA QUE A ESA MALDITA EDAD NI SIQUIERA SABIA HABLAR BIEN, DILES COMO ME ABANDONASTE UN 16 DE MAYO DEL 2004, aunque, ya se los dije yo... — digo sintiendo como mi corazón y garganta duelen.
Todos están en shock, nadie habla, nadie se mueve. Zach es el único en reaccionar primero y lo único que hace es abrazarme, y yo, yo me apego a él y escondo mi cara en su pecho mientras lloro como nunca lo he hecho, mientras lloro todo lo que me aguante durante estos 18 años.
— 16 de mayo del 2004 — habla Deniel por primera vez en todo este rato.
— ¿Que? — cuestiona Demián confundido.
— Es la fecha en la que mamá volvió de su viaje de negocios, viaje el cual duró 6 meses, yo tenía 6 años — dice analizando algo en su mente.
— ¿A qué te refieres? — cuestiono sin entender.
— Cuando tenía 4 años encontré en uno de tus cajones la foto de una niña de unos 2 años, esta era pelinegra y con ojos grises — dice mientras mira a su madre. — Te pregunte quien era y me dijiste que era la hija de un viejo amigo, me regañaste por hurgar en tus cosas y me corriste de tu habitación — hace una pausa. — A los 6 años, justo antes de que volvieras de tu viaje de negocios, encontré un documento con mi nombre y el nombre de un tal Adam Jacobs, al llegar te pregunte de que trataba tal documento y me gritaste que ya no importaba porque ese hombre estaba muerto, me golpeaste por haber vuelto a hurgar en tus cosas y me encerraste en mi habitación sin darme de cenar como castigo, habías vuelto de una manera agresiva de ese viaje — dice.
— ¿A qué quieres llegar? — cuestiona Demián con impaciencia.
— La cosa aquí, madre, es que aún recuerdo como se veía ese documento — dice ignorando las palabras de su hermano y sin parar de ver fijamente a su madre. — Y puedo afirmar muy seguro de mi buena memoria fotográfica, que era una prueba de ADN cien por ciento compatible — espeta.
— Quieres decir que — digo pero no soy capaz de continuar la oración.
— No puede ser — musita Italia.
— Dijiste que el padre de Deniel murió prestando su servicio al ejército — dice el señor Gabriel entre dientes, al parecer está algo enojado.
— No, mi padre fue quien murió prestando su servicio al ejército, él era un soldado — espeto.
— Todo este tiempo en el que vivimos juntos ¿me mentiste? — pregunta el señor Gabriel mientras ve a la pelirroja con enojo.
— Y-yo, puedo explicarlo — dice esta temerosa.
— Claro que puedes y lo harás — ordena el señor.
— Empieza respondiendo a mi pregunta, Grecia ¿Es mi hermana? — cuestiona Deniel. — Su padre ¿También es el mío? — musita.
La pelirroja solo asiente lentamente mientras solloza, puesto que después de todo lo que yo había dicho, ella también empezó a llorar.
— ¿Cómo? — digo sintiendo como me quedaba sin aire y empezaba a hiperventilar poco a poco.
— Tuve a Deniel cuando tu padre recién se había enlistado al ejército, yo ya casi no lo veía y no podíamos hablar todo el tiempo, me empecé a sentir sola y en un momento de ebriedad y poco razonamiento me acosté con alguien más sin protección, al día siguiente no recordaba nada así que di por igual todo y volví a casa, semanas después empezaron los síntomas, me hice una prueba de embarazo y esta salió positiva. — dice mientras traga con dificultad. — Tenía tanto miedo de que Adam me odiara y despreciara que escondí mi embarazo lo más que pude, algo que me fue fácil ya que a él nunca le daban días libres ni nada por el estilo. Cuando Deniel nació pensé en contarle todo ese mismo día ya que por fin llegaría a casa después de tanto tiempo, pero no llego, en su lugar recibí una llamada suya diciéndome que no podría volver ya que le habían asignado varias misiones fuera del país, él se escuchaba tan emocionado por lo que haría que no quise retenerlo contándole acerca del bebé — musita y sonríe forzadamente.