— Listo — digo mientras coloco la última pieza.
— ¿El pastel? — cuestiona Zach.
— ¿Que? No, hablo de Jarvis — digo y le muestro la pequeña caja digitalizada de color negra. — Ahora podremos hacer muchas cosas como el conectarnos a cualquier red que queramos e incluso saber donde está cada quien mediante los datos de sus teléfonos, airpods y demás — digo emocionada.
— Grecia, preciosa, me alegra que hayas terminado tu proyecto y ya tendrás tiempo para probar todas sus funciones después, pero, ahora necesito tu ayuda con el pastel — dice de una manera algo frustrada.
— Sí, lo siento, ya voy — digo mientras dejo a Jarvis en la mesa y me levanto a sacar el pastel del horno para empezar a decorarlo.
Hoy es el cumpleaños número 15 de Italia y los chicos y yo quisimos hacerle una pequeña sorpresa, así que mientras Deniel se llevo a Italia a pasear a un parque de diversiones, Demian se fue a comprar algunos regalos y decoraciones mientras Atena, Zach y yo nos quedamos a hacer las golosinas favoritas de la pelirroja.
— ¡Ya conseguí el chocolate! — avisa Atena mientras entra a la cocina.
— Bien, ponlo en la heladera y ayuda a Grecia con el pastel — ordena Zach mientras decora las galletas.
— Sí — afirma Atena.La castaña y yo nos encargamos de hacerle la decoración del pastel, el cual es de dos pisos, mientras Zach se encarga de las galletas, las bebidas y uno que otro bocato. Cabe aclarar que la decoración es con temática de basquetbol, ya que a Italia le encanta dicho deporte. También cabe dejar en claro que para esta pequeña celebración vendrán los padres, o sea, el padre de los chicos y la madre de Italia, algo que me tiene un poco nerviosa.
— ¡Listo! — exclamamos Atena y yo al unísono cuando terminamos la decoración del pastel.
— Bien, vayan a cambiarse y luego vuelvan a ayudar con la decoración — dice Zach apurándonos un poco.
Ambas asentimos y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Me doy una ducha rápida para, luego de secar mi cuerpo y cabello, elegir lo que me voy a poner. Ya que voy a conocer al padre de los chicos y a la madre de Italia, sería muy poco presentable si me visto con mi ropa habitual ya que la mayoría son prendas de hombre, así que opto por un vestido de tirantes color azul claro y unos tenis blancos.
— ¡Ya llegue! — escucho decir a Demián desde el primer piso.
Bajo rápidamente y me dirijo a donde esté se encuentra para ayudarlo con las decoraciones.
— ¿Te ayudo? — cuestiono entrando a la sala.
— Sí — afirma.
El castaño me entrega algunas de las decoraciones y me indica en que lugar debo ponerlas y eso es justo lo que hago. Luego de un par de minutos ya todo está listo, las decoraciones están ubicadas alrededor de la sala, las galletas y bocadillos están en la pequeña mesa de vidrio que está en el centro de la sala en medio de los sofás y los chicos y yo ya estamos listos.
— Ya están por llegar — dice Zach mientras ve su teléfono.
Le miro detenidamente mientras analizo su vestimenta la cual es un poco más casual que la de Demián, la cual es más de porte elegante, el pelinegro viste un pantalón negro, un suéter azul oscuro y unos tenis blancos con un diseño abstracto de color negro, en cambio Damián viste un pantalón clásico de color marrón, una camisa blanca mangas lagar y unos zapatos negros que al igual que el pantalón son clásicos.
— Que emoción, ya quiero que lleguen — dice Atena mientras sonríe abiertamente.
Esta viste un Jean bota ancha, una blusa de encaje de color rojo y unos converse color blancos.
— Papá y Aisha también están en camino — avisa Demián.
¿Aisha?...
— ¡Ya regresamos! — avisa Deniel desde la entrada principal.
— ¡Sorpresa! — gritamos todos al unísono cuando vemos entrar a los dos pelirrojos a la sala.
— ¡Wow ¿Todo esto es para mi?! — cuestiona una muy emocionada Italia.
Nosotros solo asentimos mientras la vemos mirar todo con detenimiento y emoción. — ¡Me encanta, gracias! — dice y nos abraza a cada uno.— Y eso no es lo mejor — dice Zach.
— A qué te ref....
— ¿Donde esta la bella cumpleañera? — interrumpe la voz de un hombre desde la entrada a la sala.
— ¡Papá! — exclama Italia emocionada mientras corre a abrazar al hombre.
Este es alto, tez blanca, ojos grises y de cabello negro con una que otra cana asomándose. Lo reconocí al instante, Gabriel Hale, el más grande empresario de todos los Ángeles y, el padre de los chicos.
— Y tú, debes ser Grecia — dice luego de haber saludado a los chicos. — Italia me ha contado mucho sobre ti — sonríe.
— Es un gusto conocerlo señor, soy una gran admiradora de su trabajo — digo mientras estrecho su mano.
— ¿Ah, sí? — cuestiona y yo asiento. — Entonces dejémonos de formalidades, con todo lo que me ha contado Italia ya siento como si fueras parte de la familia — sonríe y me da un fuerte abrazo.
— Gracias, señor — sonrío amable.
— ¿Y mamá? — cuestiona Italia.
— Debe estar por llegar, dijo que antes debía hacer algo — responde el señor Gabriel. — Pero podemos seguir celebrando mientras llega ¿no crees? — dice mientras desordena el cabello de la pelirroja y esta ríe.
— Iré por bebidas — digo y me dirijo a la cocina.
— Yo te ayudo — espeta Atena mientras me sigue.
Entramos a la cocina y nos disponemos a buscar las bebidas que anteriormente Zach había comprado.
— Las encontré, pero ¿Cuál llevamos? — cuestiona Atena mientras me muestra las dos botellas de refresco.
Una es de sabor manzana y la otra es de sabor naranja.
— Ambas, que ellos elijan — digo mientras tomo la de naranja y algunos vasos para servirla.
— Bien — dice Atena para luego empezar a copiar mi acto.
Al terminar de servir todo, dividimos los vasos en diferentes bandejas, así Atena lleva una mitad y yo llevo la otra.
— ¡Mamá! — escuchamos gritar a Italia con tono emocionado.
— Ya debió llegar la señora Aisha — sonríe la castaña mientras yo hago una mueca que ella parece notar.
— ¿Que pasa? — cuestiona.
— No es nada, vamos — digo mientras tomo la bandeja con las bebidas y me dirijo a la sala.
Al llegar puedo notar como una mujer, un poco más alta que yo, está charlando con los chicos, lo único que puedo notar es su larga cabellera pelirroja ya que esta está de espaldas.
— Llegaron la bebidas — canturrea Atena.
— Ah, que bien — dice la mujer mientras se voltea hacia nosotras.
Imposible...
Y al ver su cara, la bandeja que estaba en mis manos cae al suelo provocando que los vasos se rompan y provoquen un ruido un poco estrepitoso.