Me despierto por culpa de la alarma de mi teléfono, me levanto de la cama con pocos ánimos y me dirijo al baño, tomo una ducha de cinco minutos para luego salir, secar mi cuerpo y vestirme con un pantalón negro, un suéter de hombre ancho de color rojo y mis tenis blancos. Tomo mi mochila con todo lo necesario dentro. Tomo una manzana de la cocina y salgo de el departamento.
Al salir del edificio me dirijo a la universidad la cual por suerte no queda lejos de donde yo vivo. Al llegar a esta me encuentro con Roma la cual, al igual que yo, recién esta llegando.
— Hola, Grecia — saluda animada.
— Hola — saludo de igual forma.
Ambas entramos al gran edificio al cual todos llaman escuela y yo cárcel. Al entrar vemos varios grupos de chicas cuchicheando entre ellas de algún tema, lo raro es que es la primera vez que se juntan tantas chicas al mismo tiempo.
— ¿De que estarán hablando? — cuestiona Roma.
— No lo sé — digo. — Hey, Sofí — llamo a otra de mis compañeras y esta se acerca a mí. — ¿Sabes qué pasa? — indago.
— Ah, es que llegaron chicos nuevos y todas están fascinadas con ellos — dice.
— ¿Y por qué? — cuestiona Roma.
— La pregunta es ¿por qué no? — dice. — Son los chicos mas sexis que he visto en mi vida, además de que son millonarios. Todos están hablando de ellos — dice y luego se va.
— A veces creo que las chicas de esta escuela están locas — digo.
— Hey — se queja Roma.
— Uh, lo siento, no me refería a ti — aclaro.
Ambas nos dirigimos a nuestro respectivo salón de clases y tomamos asiento, ella como siempre se sienta adelante y yo en los puestos de atrás. Las primeras clases transcurren normal y con normal me refiero a aburridas.
Al llegar la hora del receso tomo mis cosas y salgo del salón para dirigirme a la cafetería.
— Grecia, espera — me llama Roma y yo volteó a verla.
— ¿Te parece si almorzamos juntas? — cuestiona.
— Claro — digo animada.
Ella va a decir algo más pero de la nada se sonroja mientras mira tras de mí. Yo volteó confundida y cuando me doy cuenta de por qué Roma está así maldigo mi suerte.
— Maldición — digo mientras miro a los hermanos de Italia caminando por el pasillo hacia mi dirección.
Y como la gran y valiente persona que soy, me fui corriendo de allí. Luego de correr como alma que lleva el diablo me detengo al llegar a la cafetería.
Rayos, olvide a Roma... Ya que, me disculpare con ella más tarde.
Me dirijo a los estantes de comida, elijo un sándwich, un jugo de naranja y una manzana. Tomo mi bandeja de comida y me siento en una de las mesas la cual es poco llamativa y apartada del resto.
Procedo a comer tranquilamente mi sándwich cuando alguien de repente me habla.
— Grecia — dice una voz tras de mí la cual al escucharla casi me ahogo.
Empiezo a toser sin poder parar, siento unas palmadas en mi espalda, supongo son de la misma persona dueña de esa voz. Bebo un poco de jugo el cual lego de unos minutos me ayuda a calmar mi tos un poco.
— ¿Ya estás mejor? — pregunta el pelirrojo sentándose frente a mí.
— ¿Que quieres? — cuestiono mientras lo miro.
— Que fría — dice mientras sonríe. — La verdad no esperaba encontrarte en esta escuela y menos en mi primer día, pero ya que estás aquí, Italia te manda a decir que te extraña y Demián quiere que te haga una propuesta — dice yendo al grano.
Yo sonrío al escuchar el mensaje de Italia e ignoro lo que dijo antes pero algo llama mi atención.
— ¿Propuesta? — indago. — ¿Qué clase de propuesta? — cuestiono curiosa.
— Quiere que seas la tutora de Italia, te pagaremos bien, tendrás donde quedarte y....
— ¡Acepto! — lo interrumpo.
— Que rápido — se sorprende.
— Me convenciste con lo de cuidar a Italia — digo sonriendo.
— Y ¿Por qué te interesa tanto cuidar a mi hermanita? — pregunta curioso. — Confiesa ¿Qué le quieres hacer? — me acusa.
— Nada — digo y él relaja su mirada. — Solo asesinarla, descuartizarla y vender sus órganos en el mercado negro — digo y sonrió angelicalmente para parecer una lunática.
— ¿¡¡Qué!!? — pregunta exaltado y con cara de horror.
Al parecer se creyó mi broma. Su cara es un poema, debería tomarle una foto.
— Es broma — digo mientras me río. — Es solo que me agrada. Además siempre quise tener una hermana menor — digo y tomo de mi jugo.
— Bien — suspira tranquilo.
— Y ¿Cuándo podría mudarme? — digo y él me mira. — Estoy disponible mañana por la tarde, ya que debo hablar con Roma y decirle que ya no necesito el trabajo y que....
— Te mudaras hoy — me interrumpe. — No debes preocuparte por tu amiga, ella fue quien nos dijo que necesitabas el trabajo — dice.
— ¿En serio? — cuestiono y el asiente.
Estoy por decir algo más pero la campana anunciando el fin del receso me lo impide.
— Bien, nos vemos más tarde — dice el pelirrojo mientras hace un ademán con su mano y se va.
(•••)
Empaco lo que resta de mis cosas en otra de las maletas y al terminar cierro está.
— ¿Por qué tienes tantas cosas? — pregunta Deniel en forma de quejido.
— Porque son necesarias — espeto.
Luego de salir de clases Deniel me trajo a mi departamento a que empacara todo para mudarme con ellos. No me gusta la idea de vivir con tres chicos pero, ya que no tengo con que pagar el departamento, no tengo otra opción.
Ambos tomamos las maletas y salimos del apartamento seguido de el edificio, subimos las cosas al maletero del auto y luego subimos a este.
— Oye, espera — digo antes de que nos pongamos en marcha.
— ¿Que pasa?¿Olvidaste algo? — cuestiona.
— Abróchate el cinturón de seguridad — digo mientras yo me abrochó el mío.
— ¿Es en serio? — ríe.
— Me tomo la seguridad muy enserio, Deniel — lo miro fijo.
— Bien — gruñe mientras hace lo que le digo.
— Ves que no te costó nada — le digo.
El solo bufa y pone el auto en marcha con dirección a su casa.