Narra Italia
— ¡Ya dije que no quiero ir! — me quejo por millonésima vez en el día.
— Y yo ya dije que no tienes opción — espeta Demian.
— No voy a ir a cenar con su familia solo porque tengo la mala suerte de que se hayan mudado a la casa de al lado y ahora sean nuestros vecinos — refuto.
— Solo nos vamos a presentar y a darles una cortés bienvenida — dice Atena. — No es para tanto — agrega.
— Además, es tu castigo por romperle la nariz a su hijo — musita Deniel.
— ¡Eso fue su culpa, me saco de quicio! — exclamo.
— No es excusa — dice Demian.
— ¡Sí, lo es! — reniego.
— Irás — demanda Zach.
— No lo haré — musito ya de mala gana.
— Bien, no iremos — dice Grecia en tono serio y todos le miran confundidos. — Ellos vendrán — espeta.
— ¿¡Que!? — exclamo.
— Así como oíste, ellos serán los que vendrán a casa a cenar — dice, manteniendo aún su tono serio y firme. — Y más te vale que te portes bien y no andes de caprichosa, porque hoy no estoy de muy buen humor como para tolerar todas tus estupideces — amenaza.
Yo la miro estupefacta y sorprendida a la vez, ya que nunca, o más bien desde que la conozco, la había visto actuar de esta manera.
— ¿Entendiste? — cuestiona luego de unos minutos de silencio.
— Sí — musito entre dientes.
— Bien — espeta para luego levantarse y salir de la cocina.
Yo solo la veo marcharse hasta que desaparece de mi campo de vista, me giro a ver a los chicos buscando alguna respuesta acerca de porque Grecia está de esa manera, pero madre dice nada.
— ¿Qué sucede? — cuestiono aún sorprendida por lo que acaba de pasar.
— Airis escapo de prisión — suelta Zach en un suspiro pesado.
— ¿Cómo? — cuestionó aún más sorprendida que antes y algo preocupada.
— No lo sabemos aún, solo sabemos que alguien de afuera, cuya identidad aún es anónima, la ayudó — musita Deniel.
— Y Grecia ha estado algo alterada desde que se enteró, así que trata de evitar frustrarla o mencionar el tema, no queremos que empeore — dice Demian.
— Está bien — musito.
Solo espero que no vuelva por ella…
(•••)
— Buenas noches — saludan las personas frente a mí. — Ustedes deben ser los Hale — sonríe la rubia frente a mí mientras sostiene una tarta en sus manos. Los chicos le devuelven la sonrisa y asienten mientras pronuncian un simple “Así es”. — Es un gusto, somos Danna, James y Luke Lysander’s, agradecemos su invitación — espeta la mujer.
— El gusto es nuestro, pasen, serviremos la cena en unos minutos — dice Grecia de manera amable.
Los padres de Luke solo asienten con una gran sonrisa en su rostro y se adentran a la casa uno tras del otro, yo veo al rubio menor y este, como la persona madura que es (nótese el sarcasmo) me saca la legua, acto que yo devuelvo sacándole el dedo de en medio.
— Luke — musita la señora Danna llamando la atención de su hijo. — ¿No tenías que decirle algo importante a la señorita? — cuestiona de manera demandante cuando ya todos nos encontramos en la cocina.
— Yo… — musita y yo le miro atenta. — Lo siento, siento haberte gritado y culpado sin razón en la escuela — se disculpa y yo solo lo miro con una sonrisa satisfactoria y aire de superioridad, cosa que él al notar no tolera y me ve de mala gana.
— Italia — musita Deniel.
Yo lo miro y este me hace una seña para que igual me disculpe, inmediatamente se me borra la sonrisa de la cara.
Maldición.
— Yo también lo siento, no debí actuar de tal manera y mucho menos golpearte — musito entre dientes.
Luke me mira de la misma manera que yo lo estaba viendo hace un rato, con una sonrisa satisfactoria y una mirada superior, cosa que me irrita más de lo que ya estaba.
— Bien, ya que se disculparon, pueden ir a jugar a algo mientras está la cena — recomienda Deniel.
— Italia — me llama Grecia. — Enséñale la casa, tal vez haya algo con que entretenerse — musita.
Yo solo asiento de mala gana y le indico a Luke que me siga, algo que hace no muy convencido. Recorremos cada lugar de la casa, en silencio, ya que ninguno de los dos quería hablar.
— ¿Es tu habitación? — cuestiona curioso.
— Sí, pero ni loca te dejó entrar — espeto mientras cierro la puerta de dicho lugar que por error había dejado abierta.
— No creí que fueras tan fanática del basquetbol — musita.
— También soy fanática a los videojuegos, la música y carreras en moto, ¿Y eso qué? ¿Tienes algún problema? — cuestiono de mala gana.
— No — niega. — Solo que no pensé que tuvieras tan buenos gustos — agrega en un tono de voz que parece juzgar de manera superior todo lo que hago.
— Dime ¿Acaso te crees mejor que yo? — cuestionó ya arta de su actitud. — ¿Tienes algún maldito problema conmigo? Porque desde que nos chocamos en la escuela has tenido una actitud de mierda conmigo, como si me detestaras con todo tu ser, y ni siquiera me conoces — espeto.
— No se trata de eso — musita. — Solo estaba enojado. Sí, te grite y te culpe de algo sin que hayas tenido la culpa, también provoque que me golpearas y me enoje aún más por eso, así que, nuevamente, te pido disculpas, solo estoy molesto con todo y con todos, no es culpa de nadie y mucho menos tuya, además no te odio, de hecho me caíste un poco bien y de verdad espero que puedas disculparme — dice de manera suave y a la vez un poco frustrada.
— Está bien — suspiro con pesadez y trato de calmarme. — Intentemos esto de nuevo — digo y él me mira confundido. — Me llamo Italia, tengo 15, desde ahora seré tu vecina y me gustaría que nos llevemos bien — digo mientras estiro mi mano hacia él en forma de saludo.
— Un gusto, Italia, mi nombre es Luke, tengo 16 años, suelo mudarme mucho por lo cual no logro tener amigo, así que espero nos podamos llevar bien — sonríe mientras estrecha mi mano.
— Bien, ese fue un buen reinicio, ahora, bajemos a cenar, muero de hambre — digo mientras suelto su mano y salgo de la habitación.
— Pensé que jugaríamos algo — dice mientras me sigue.
— Otro día — digo simple.
— Eso quiere decir que ¿Somos amigos? — cuestiona dudoso.
— Ya veremos, Luke, ya veremos — musito mientras nos dirigimos a la cocina.