— ¿Qué tal les fue? — cuestiona Atena luego de que salimos del salón donde se llevó a cabo la presentación de los proyectos.
— Mejor que al resto de inútiles que se hacen llamar nuestros compañeros — espeto.
— Grecia, no debes expresarte así de nuestros compañeros — musita Roma.
— Dijeron que tu proyecto era absurdo — musitó mientras miro mis uñas restándole importancia a lo que acabo de decir.
— Son unos malditos inútiles, sin futuro que no saben ni dónde están parados y solo sirven para estorbar y gastar oxígeno — refuta la rubia entre dientes y con algo de enojo en su voz.
Yo solo la miro con una sonrisa ladina mientras que Atena la mira boquiabierta, ya que Roma no siempre es de expresarse así enfrente de alguien que no sea yo.
— ¿Ya? — cuestionó luego de que Roma haya dejado de maldecir a todo el mundo.
— Sí, ya — dice y suelta un suspiro de alivio para luego retomar su compostura.
Verán la cosa aquí es que, Roma no puede contenerse, ¿A qué me refiero? Pues a que Roma tiene un pequeño problema al cual le llamamos TOC (trastorno obsesivo compulsivo) este trastorno hace que para Roma sea una necesidad expresar lo que siente, ya que si no lo hace, si se contiene, su mente reacciona de una forma negativa la cual obliga a su cuerpo a expulsar toda clase de sentimiento que esté conteniendo algo que hace que Roma sienta tanto dolor físico como dolor mental, no sé si me estén entendiendo, pero hubo una vez en la cual la rubia se contuvo tanto que su mente casi llega a colapsar, duro inconsciente dos días y todo por culpa de su padre...
— Bien, ya que se calmaron — dice Atena. — ¿Quieren ir a la cafetería a probar el nuevo postre? — cuestiona.
— Por mí está bien — musitó.
— Por mí, igual — dice Roma.
— Bien, vamos — dice la castaña mientras une nuestros brazos a los de ella y nos lleva consigo a la cafetería.
Camino hacia allá, a lo lejos, puedo notar a Zach hablando con una chica, o eso pensé, a medida que nos íbamos acercando a su dirección, note que no era una plática normal, más bien era una discusión. El pelinegro nota mi mirada y deja a la chica hablando sola para dirigirse a nosotras, específicamente a mí.
— ¿Qué sucede? — cuestionó cuando el pelinegro llega a mi lado y me abraza.
— Esa chica me está reclamando solo por no corresponder a sus sentimientos — musita mientras se esconde tras de mí.
Un dato poco común acerca de Zach es que no le gusta el contacto físico o con las personas, no le gusta que la gente le hable o lo toque sin su consentimiento, es algo que le produce asco.
Las chicas y yo nos vemos por unos segundos confundidas hasta que la chica la cual le estaba reclamado a Zach hace unos momentos, se acerca a nosotros.
— ¡Oye! ¿¡Quién te crees para dejarme hablando sola!? — grita llamando la atención de todos en la cafetería. — ¿¡Acaso crees que por ser guapo y millonario tienes el derecho de rechazarme!? — espeta enojada.
Las personas a nuestro al rededor nos observan y cuchichean entre ellos, supongo están juzgando a Zach, lo cual lo pone incómodo, ya que toma mi mano y la aprieta con un tanto de fuerza.
— Grecia, vámonos — susurra con un tanto de hastío en su voz.
Yo me suelto sutilmente de su agarre y me dirijo, bajo la mirada de todos, hacia la chica.
— ¿Te diviertes? — le pregunto algo hastiada de que se esté aprovechando de la situación para quedar bien ante los demás.
— ¿A qué te refieres? — cuestiona confundida.
— Me refiero a que si te diviertes siendo una fácil con necesidad de atención y haciendo el ridículo — suelto con asco.
— ¡Maldita ¿Quién te crees para hablarme así?! — grita mientras se acerca amenazante a mí, pero, antes de que de otro paso más, le doy una bofetada, tan fuerte, que la obliga a retroceder.
Todos en el lugar me ven sorprendidos, puesto que yo nunca, por muy falso que suene, había tenido este tipo de comportamiento estando en la escuela. La chica trata de lanzarme un golpe, pero logró esquivarlo, así que la golpeó nuevamente en la cara y luego en las piernas obligándola a caer de rodillas.
— ¿Que si quién me creo? — repito su pregunta mientras me acerco a ella y la tomo fuertemente del mentón. — ¿Ves al chico de allá? — señaló a Zach y la obligó a verlo. — Él es mío — digo y la miro fijamente. — Y no permitiré que una puta fácil como tú quiera quitármelo o hacerlo quedar mal solo porque no correspondió a tus estúpidos "sentimientos" — digo y la suelto con brusquedad.
La dejo tirada en el suelo y me dirijo nuevamente a los chicos los cuales me ven estupefactos, tomo la mano de Zach y me volteo nuevamente en dirección a todos los que nos observan.
— ¿Alguien más se le quiere confesar a mi novio? — cuestiono. — Para arreglar todo este teatrito de "me gustas por ser millonario", ¡ya! — agrego.
Todos me ven con cara de susto para luego retroceder y volver a sus asuntos.
— ¿Así que soy tuyo? — susurra Zach en mi oído con una sonrisa ladina.
— Callate, aún sigo enojada y capaz te golpeé a ti también — suelto tosca.
— Yo me dejo — sonríe aún más.
Maldición porque tiene que ser tan ¡¡perfecto!!
— Idiota — musito mientras tomo a las chicas de las manos y las jalo conmigo en busca de nuestros postres y lejos de Zach.
— ¿Qué fue todo eso? — cuestiona Roma luego de un rato.
— Nada — musito mientras pruebo un bocado de mi pudín.
— Uuuuh, estabas celosa — se burla Atena.
— Pff — bufo. — Ni que esa chica fuera mejor que yo — agrego de mala gana.
— Entonces... ¿Te gusta Zach? — cuestiona Roma mientras sonríe y yo solo siento como la sangre se me sube al rostro.
Demonios...
— ¿Por qué crees eso? — cuestionó nerviosa.
— Pues hace un rato dijiste que era tuyo
— Y que era tu novio — dice Atena interrumpiendo a Roma.
— Además de que ahora estás más roja que un tomate — dice y sonríe victoriosa al saber que tiene la razón.
— Ya cállense — espeto mientras trato de evitar su mirada.