VI

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El clavado que Aioria hizo en la piscina salpicó tanta agua que logró llegar hasta las dos personas que descansaban bajo una sombrilla en unas sillas reposeras de madera. Shaka quien todavía se encontraba leyendo la novela de Camus bajó un poco el libro para darle una mirada llena de reproche a su futuro esposo quien solo pedía disculpas silenciosas juntando las manos, Camus se quitó el agua con la toalla para luego acomodarse una vez más, tomar el cuaderno y el lápiz, y seguir escribiendo un par de ideas más al azar.

—No puedo creer que Aioria los convenciera de bajar a la piscina antes del almuerzo. —dijo Shaka, maravillado y horrorizado por el poder de convencimiento que podía tener su novio a veces.

—No creas que fue solo idea de Aioria, Milo también le ha estado convenciendo de usar la piscina antes de que ya no pudiera verle ni el pelo. —respondió Camus y es que, sí era cierto, ya que después de las cuatro de la tarde de ese día Shaka y Aioria estarían más ocupados que nunca viendo la organización de los salones y la decoración del lugar donde harían la ceremonia, a eso, debían sumarle el ensayo de la boda y la fiesta de soltero que por alguna razón el cenizo quiere que sea con todos los invitados— ¿Cuándo llegaran los demás invitados? —preguntó finalmente al acordarse que habían invitado a todo su grupo de la universidad y por lo que ha observado tampoco han llegado los padres de Aioria, ni los de Shaka.

—Llegaran entre, hoy y mañana, al parecer unos problemas con la aerolínea hizo que no puedan llegar antes. —comentó pasando lentamente de página mientras cruzaba sus delgados y estilizados pies, acomodándose a la espera de que su prometido no salpicara agua una vez más.

—Hola muchachos, buenos días, espero no le moleste que nos unamos. —dijo alegremente Aldebarán colocándose a un lado de Shaka dejando su toalla y un bolso. Los dos lo saludaron con la misma energía y negaron con la cabeza al momento que le decían que los otros dos ya estaban en la piscina, junto con Aldebarán venía Shura que hizo un gesto de saludo, los lentes negros impedían verle los ojos, por lo que no supieron si ese saludo fue amistoso o no, sin embargo, ambos devolvieron de la misma forma el saludo.

Shura quien traía igualmente sus cosas se colocó al lado de Camus, desde el día anterior Shaka había permanecido desconfiado con respecto a Shura, por lo que para evitar cualquier problema ha decidido no involucrarse con él más de lo estrictamente necesario como invitado, al menos mientras dure la semana. No estuvo mucho rato ahí, lo vieron sacarse la camisa negra, las sandalias y los lentes negros para integrarse alegremente junto a Milo y Aioria. Aldebarán lo imitó, pero fue más lento, conversando con los demás mientras dejaba sus pertenencias con cuidado sobre la silla. Se metió a bañar unos minutos después dejando nuevamente solos al novio y Camus.

—Shura se ha tomado bastante bien el noviazgo de Mu con Saga. —comenta Camus escribiendo un par de líneas. Aunque siempre pensó que Mu vendría solo, pues no había sabido nada sobre la relación con ese extraño hombre.

—No tiene derecho a molestarse siquiera. —le dijo con evidente resentimiento, Camus quien notó la animosidad del rubio se giró para mirarlo. La situación entre Mu y Shura fue muy mediática dentro de su círculo amistoso y aunque todos quisieran negarlo provocó un quiebre en la amistad del grupo, quedando al menos la mitad a favor de Mu y el resto en apoyo a Shura, el único que parecía estar en medio de esta situación era Aioria, quien por su cercanía hacia el moreno desde la infancia sentía que estaba entre la espada y la pared.

Tuvo que pasar algo de tiempo para que volvieran a formar lazos con Shura, pero para algunos era una relación amistosa fracturada.

—¿Estás molesto con él por alguna razón? —preguntó Camus entre interesado y preocupado, Shaka no era alguien quien se pudiera molestar fácilmente, de hecho, siempre pasaba como alguien a quien no le interesa si la gente está bien o no.

Mentiras a mediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora