C.2.

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La casa se había sumido en una tensa calma esa tarde. Claro que todas las tardes eran tranquilas, pero esta en particular tenía esa peculiaridad de hacer presentir que algo malo fuera a ocurrir... Y no tanto por que las cosas fuesen a "empeorar", se trataba más bien de la ausencia de aquel que se había ido a meter por la "fuerza" y que hacía ver todo como si jamás le hubiese despertado con humo en la cocina o esa mirada cargada de arrogancia y soberbia.

Si... todo estaba tranquilo.

Ojalá Off se quedara a trabajar por toda la vida y no tuviera que regresar nunca. Cualquiera hubiera pensado que dejaría su trabajo para molestar, pero el muy maldito en verdad parecía tener otra meta en la vida aparte de arruinarle la suya.

Así que decidió que entrar en la sala en la que no entraba desde que él había llegado y sentarse un poco ante la televisión con la chimenea encendida sería una buena idea. Aunque nada más ver el salón volvió a hervirle la sangre como en la mañana... además de no saber cocinar parece que tampoco sabía ser demasiado ordenado, puesto que algunas camisas y pantalones estaban regados de manera cualquiera.

- Menos mal que su ama de llaves vendrá... - refunfuñó mientras tomaba unas cuantas prendas y las tiraba con enfado a una esquina planeando recogerlas más tarde.

Justo cuando terminaba de lanzar la última prenda escuchó el timbre de la puerta. Con algo de fastidio (pensando que podría ser Off) caminó pesadamente para abrir, sin embargo la persona que estaba en la entrada no era él. Se trataba de una mujer de avanzada edad que dijo algo en francés y se adentró cargando un par de maletas sin pedir permiso... o si lo hizo, no lo entendió.

-¿Es a quemado lo que huele? -preguntó en perfecto ingles y ladeó la cabeza desaprobadoramente -No deberían permitir la entrada de ese muchacho a cualquier sitio flamable... ¿Dónde esta su habitación? Seguro la tiene hecha un desastre.

Eso deberían de habérselo dicho antes... lo de sitio flamable, claro.

- Ahí - estando en el recibidor de la casa, señaló a la puerta que daba al salón.

-¿En el recibidorg? -preguntó la mujer sorprendida y dejó escapar una risita -Porg fin lo tratan como debe ser.

La mujer se dirigió al lugar y con resignación dejó las dos maletas para colocar sus manecitas en las anchas caderas.

-Que desastre -miró a Gun con una gran sonrisa -Madame Godji, mucho gusto, hijo... Te ayudaré a que la estancia de ese malcriado sea más llevadera.

- Atthaphan Phunsawat... - se presentó de forma incrédula - Más llevadera... ¿acaso le hará dormir por siempre? Es una forma de que se quede callado y deje de importunar... - suspiró.

-El joven Off no malgasta su energía en dormir -señaló ella frunciendo la nariz y dejando claro que estaba absolutamente contra esa costumbre -Pero al menos evitaré que le queme la casa... Ahora -miró el recibidor -¿Me instalaré por aquí cerca?

- Usted no es Off... no la voy hacer que duerma en un sofá - contestó con una débil sonrisa - Hay cuartos de sobra arriba - y tomó una de las maletas para poner dirección a las escaleras y comenzar a subirlas.

-No sé toda la historia -dijo la mujer siguiendo a Gun -Sólo la parte "condimentada" del joven Off, pero conociendo al joven Tay me puedo imaginarg lo mucho que se quisieron... Lo siento... todos lo queríamos mucho.

Gun penetró en la habitación con pasos acelerados y dejó la maleta en una de las esquinas, apoyadas en la pared y rodeó la habitación con la mirada.

Era bonita, femenina... con el toque aniñado de Tay.

Aquella habitación la había diseñado especialmente para cuando quisieran adoptar un hijo... de preferencia niña. A palabras de Tay ya había vivido con muchos varones, y aunque le gustaran, una niña le hacía ilusión.

Otra realidad •𝕆𝕗𝕗-𝔾𝕦𝕟•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora