C.5.

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Gente entrando y saliendo, ruidos de sillas descolocadas y voces que mantenían conversaciones imposibles de seguir. Eso era lo que seguía observando a pesar de tener el diario del día abierto en la página de espectáculos y un trozo de tarta, la cual casi no había sido probadas.

Cruzó una pierna sobre la otra y se ajustó los lentes volviendo a fingir que leía el periódico mientras que no dejaba de ver a las personas que compraban en ese lugar envuelto en el aroma dulce.

En un ambiente así en donde las cosas no eran tan tranquilas, se escuchó un estruendo que alteraba aun más el ambiente.

Una niña.

Una niña había intentado alcanzar panes dulces y como resultado tenía todo en el suelo dedicándole una mirada algo incrédula.

Uno de los responsables salió al ver el destrozo y miró al suelo con las manos en las caderas y después a la niña.

Situación así no era para dejarla de observar a ver qué tanto de paciencia podría tener alguien con una niña pequeña que hubiera cometido un pequeño error.

Algo le hizo levantarse con el diario en mano y caminar hacia ellos cuando el encargado había atrapado el brazo de la niñita de una forma que no le había gustado demasiado.

Y le dio un golpe en la mano al hombre con el periódico haciendo que la soltase.

- ¿Viene con usted?

- No - respondió - ¿Y?

- ¿Cómo que "y"? mire la que ha organizado.-

Miró el suelo y después a la pequeña y negó con la cabeza.

- Me parece que tendré que hacer cambio en la plantilla... - suspiró y se dirigió a la pequeña. El hombre cerró la boca al ver actitud tan firme - ¿Querías uno de estos?

-No los alcanzaba -se disculpó ella -Traté de hacerme grande, pero solo los he tirado... lo siento.

- No tiene importancia, pero a la próxima se lo puedes pedir a la señorita que hay detrás de la barra, ¿de acuerdo? - dijo con dulzura e hizo una señal a la misma chica que se había referido para que le diera otro y después se lo tendió a la niña - Invita la casa.

La niña sonrió tomando el pastelillo.

-¡¡Muchas gracias!! -exclamó mirando al extraño -A mi papá le gustan mucho y quería llevarle uno para que pudiera trabajar... ...él ha estado trabajando mucho, por eso quería ayudar.

- Entonces seguro que eso le dará muchas fuerzas - asintió él y se atrevió a acariciar un mechón de cabello de la niña. Era preciosa - ¿Has venido tú sola?

-Me he escapado -admitió ella ruborizándose -Mi nana no tardará en encontrarme... Ella es muy lista, sabe donde encontrarme siempre.

...él arqueó una ceja.

- ¿Y si te sientas allí hasta que llegue? - preguntó señalando la mesa en la que estaban sus cosas - Mientras tengo que hablar con este señor... Ah, y cómete tú ese pastel, envolveremos otro para tu papá, ¿sí?

-¡Si! -obedeció la niña y se sentó para juguetear con sus pies al mismo tiempo que tarareaba una canción infantil y comía el panecillo.

...él sonrió y enderezó su espalda.

Era mejor que se quedara quieta allí y que terminaran encontrándola a que anduviera ella sola por las calles con los peligros que siempre había en ella. La pastelería era más segura.

El hombre se dio la vuelta y tras ordenar que limpiaran el suelo se volvió hacia el hombre y le habló de manera seria.

El encargado cada poco ponía cara de circunstancias y acabó demasiado consternado al saber quien era, y aunque hubiera pedido disculpas, aquel hombre no consideraría demasiado dejar en aquel puesto a alguien que perdía la paciencia tan rápidamente, así que dejó instrucciones a su superior con una pequeña tarjeta donde ponía su nombre y regresó la mesa con el paquete prometido, dejándolo al lado de la niña.

Otra realidad •𝕆𝕗𝕗-𝔾𝕦𝕟•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora