13

238 28 0
                                    

Pov Becky

Que alguien me dé una bofetada para despertarme del sueño en el que estoy no puede ser Bese a FREEN SAROCHA CHANKIMHA esos labios tan sexis, suaves y carnosos que tiene me han dejado estúpidamente volando, pero todo eso desapareció cuando mi mamá me llamo y el papá de la conejita nos descubrió besándonos quería que la tierra me tragara.

Llegue a la casa y mi mamá me estaba esperando pensé que ya se había dormido

-Rebecca Patricia Armstrong que son estas horas de llegar esta casa no es un hotel- me dijo y claramente esta enoja se puedo oír en su voz.

-Mami no están tarde- le dije mientras me acercaba y la abrazaba para que el enojo pasara y no me regañara, ni castigara. Ella sabe que casi no me gusta el contacto Físico con nadie que no sea de mi familia.

-Becky donde estabas, mira la hora que es y quiero la verdad- me dice

-Mami fui al cine con una amiga- le dije su cara fue de asombro pero con su cara de burla porque empezó a reír, no sé qué le causa gracia o de que se ríe

-Eso explica que tus labios estén manchados- me dijo aun riéndose, no puede ser no me fije, ni le tome importancia esa sesión de besos si me dejo toda estúpida.

-Ya mamá deja de reír- le dije con tono de fastidio

Ella dejo de reír, y me miro seria lo siguiente que me dijo fue que sentara un poco de cabeza que ya tengo 18 años que no puedo andar de cama en cama con no sé qué mujeres y no sé qué, ella quería verme enamorada sabe que soy muy joven pero que eso no me ha impedido andar con una y con otra. Le dije que no se preocupara, pero aun no es tiempo de hablarle de mi conejita.

Me fui a dormir mañana iría por mi conejita para ir a la escuela antes de dormirme la mande un mensaje de que iría por ella en mi auto, con la imagen de mi conejita besándome caí en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente estaba en la puerta de su casa, para ir nos a la escuela.

Después de ese día nada fue lo mismo, mi rostro parecía tener tatuada una sonrisa permanente, todos los que me conocen me miraban como un bicho raro y me importaba una mierda.

Habían pasado dos semanas en las que diariamente salíamos a cenar, a pasear por algún parque o a almorzar. Cada día era una nueva experiencia, al fin me estaba ganando su confianza y había notado que cada día me dejaba abrazarla, le robaba besos cortos porque después de nuestro primer beso no habíamos vuelto a tener un beso tan lujurioso como el primero; en las cenas o en nuestros paseos me dejaba entrelazar nuestros brazos o tomar su mano. Notaba sus ojos brillantes y su sonrisa dulce que se dibujaba en sus labios cuando nuestros ojos se conectaban. He intentado refrenar algunos pensamientos lujuriosos sobre ella, pero no podía evitar la sonrisa que se instalaba en mi rostro cada vez que pensaba en ella o el aumento de mi ritmo cardiaco cada vez escuchaba su dulce voz, también desde hace dos semanas mis usuales salidas para ir en algún antro o bar habían terminado, después de hablar con ella por casi una hora todas las noches dormía como un bebé.

Cambiarías Por MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora