Capítulo 13

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—La nave está en buen estado en su mayoría —anuncié, mis ojos escaneando el informe en mi tablet.— Solo hay algunos problemas menores que necesitan ser atendidos. La estructura principal permanece intacta, los sistemas de propulsión funcionan sin contratiempos y, en lo que respecta a nuestra fuente de energía, está a tope. Incluso podríamos permitirnos una reserva bastante generosa.

—Además de eso, los sistemas de soporte vital no presentan problemas significativos —añadió Aizza—.  Nuestras reservas de alimentos y agua se mantienen en niveles óptimos.

—En resumen, estamos listos para continuar. Los problemas menores que hemos detectado pueden abordarse durante nuestro viaje sin poner en riesgo nuestra seguridad. —concluyó Brakthar

—Está bien, la condición de la nave es óptima, pero no podemos permitirnos dar un salto demasiado lejano.

Fue entonces cuando Draktharos, a pesar de no ser parte oficial de la tripulación, se inmiscuyó en la conversación:—¿Podemos buscar rutas más seguras que nos lleven gradualmente a su planeta sin saltos? Esto podría llevar más tiempo, pero sería más seguro. 

Harlox tomó la palabra—También podríamos considerar la opción de utilizar la propulsión a velocidades subluz. No es tan rápido como un salto, pero nos permitiría movernos de manera más segura.

Nalor añadió—Son buenas posibilidades, pero no podemos permitirnos tomarnos tanto tiempo.

Mis ojos se posaron en Draktharos.

—¿Todavía conservas el aparato de transformación? —Él asintió, arrugando ligeramente el entrecejo, tratando de entender la sugerencia implícita en mi pregunta—. ¿Crees que podría hacerle algunas mejoras?

El alzó una ceja, un ademán interrogativo, consciente de que su tecnología ya rozaba las fronteras de lo avanzado, pero también sabedor de la inagotable sed de innovación que caracterizaba mi ser.

—¿Estás pensando en modificar la nave? —Intervino Aizza, interrumpiendo con perspicacia mis delirantes planes, después de años de complicidad y amistad inquebrantable—. No olvidemos que apenas aquella cosa lograba sostenerse por cinco efímeros minutos.

Draktharos retomó la palabra, cuestionando la viabilidad de mi propuesta.

—¿Cómo planeas llevar a cabo la transformación de toda una nave? —Indagó—. Estamos cerca del Sendero de las Estrellas Resguardadas, sé cómo forzar los propulsores para llegar allí con algunos minutos de ventaja

—Necesitamos horas. —Brakthar se sumó a la discusión

Habíamos tenido malas experiencias al intentar completar encargos en cuestión de minutos, y esta no sería la excepción. No en vano éramos los mejores y más veloces en cumplir una misión; Mis elecciones, audaces y arriesgadas, solían desembocar en resultados favorables, y cuando no, teníamos planes de contingencia meticulosamente elaborados para cada escenario. Era así como nuestro legado persistía, entre el riesgo y la recompensa.

—Las rutas que podríamos tomar para ejecutar un salto preciso hacia su planeta están mucho más lejos que el Sendero Resguardado abarca —expresó Harlox—. Incluso si empujáramos nuestros propulsores al límite, el tiempo necesario nos seguiría siendo esquivo. Sería muy peligroso.

Solo había una ruta que prometía el tiempo suficiente para cumplir nuestra misión, y quizás, una recompensa generosa al final del camino. Era la senda de Ecos.

—¿Quieres ir por Ecos? Pero... 

Nalor, conociendo a fondo las oscuras implicaciones de esa vía, titubeó. El mero pensamiento de aventurarnos por Ecos era como un eco de dudas que amenazaba con socavar nuestra determinación. Quería articular sus preocupaciones, mas antes de que pudiera hacerlo, lo interrumpí con una resolución que brillaba en mis ojos.

El Enigma del EspacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora