Capítulo 16

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El silencio descendió sobre la sala, Draktharos, con su presencia imponente, miró alternativamente a Aizza y Nalor, como si evaluara el trasfondo de la disputa antes de intervenir.

—No perdamos de vista nuestro objetivo común —dijo Draktharos, su voz, un rugido grave que vibraba con autoridad. —Cada uno de ustedes es un engranaje vital en el funcionamiento de esta nave, y no podemos permitir que las diferencias personales eclipsen la magnitud de nuestra misión.

La intervención pareció ser suficiente para que dejaran de lanzarse miradas irritadas y volvieran a centrarse en la reunión. Entonces, volví a atraer la atención de todos hacia lo realmente crucial, desviándola de la pelea de Aizza y Nalor.

—No tengo certeza sobre la utilidad de los lentes, pero no perdemos nada al intentarlo. —pausé brevemente—. A menos que logremos que la nave se transforme y avance sin tropiezos, la única alternativa que nos queda son estos —señalé la mesa donde reposaban los tapones para los oídos y los lentes oscuros.

—Eso, suponiendo que realmente funcionen —añadió Harlox.

—No hay marcha atrás; sería demasiado arriesgado para nuestra misión. Pero, aunque no den el resultado esperado, estoy segura de que hallaremos una alternativa —aseguré.

—No sería nuestra primera ruta arriesgada. —Brakthar consoló, evocando recuerdos de antiguas travesías.

Hice una mueca; en ese entonces, estaba en la cúspide de mi adolescencia, muchas de mis acciones carecían de reflexión sobre las consecuencias. Aun así, mantenía mis ideas excéntricas, compartiéndolas para obtener otros puntos de vista o encontrar sintonía con mi tripulación.

Pero ya no actuaba sola; había aprendido la lección de manera desagradable, buscando todas las alternativas posibles antes de expresar mi opinión. La experiencia me había enseñado a considerar las consecuencias, y eso marcaba la diferencia.

Aizza retomó su posición de centrarse en la misión, consciente de que tendrían tiempo para continuar con sus disputas infantiles más adelante. —Lo último que nos queda por superar es el Remolino Cuántico. —añadió, agregando un toque de determinación a sus palabras.

Draktharos asintió con solemnidad. —El Remolino Cuántico no será fácil de atravesar. Se rumorea que distorsiona el tiempo y el espacio de maneras incomprensibles.

—Entonces, ¿cómo abordamos esto? —preguntó Harlox, rompiendo el breve silencio.

Las mentes de todos se entrelazaron en una tormenta de ideas, cada uno arrojando fragmentos de estrategias al aire como si estuvieran construyendo un puente sobre aguas desconocidas. Mis ojos se mantuvieron fijos en el holograma que proyectaba el mapa estelar, como si pudiera encontrar respuestas entre las constelaciones parpadeantes.

—Si sorteamos el Filo Singular y los Espectros, no deberíamos tener problemas para atravesar el remolino cuántico —murmuré.

—Tal vez no, pero no estamos seguros de lo que nos encontraremos, Evad —añadió Draktharos, su voz resonando con la carga de la incertidumbre que pendía sobre nuestras cabezas

—Quizás deberíamos revisar las crónicas de los exploradores anteriores —sugirió Korg, quien hasta ese momento se había mantenido al margen de nuestra reunión, su tono revelando una mezcla de curiosidad y temor.

—Es una opción válida —asintió Aizza—. Pero recordemos que cada travesía es única, y las variaciones cuánticas pueden alterar las condiciones.

—Es complicado trazar una ruta segura con tantas alteraciones —añadí.

—Y si tampoco tienen un patrón en el cual basarnos con seguridad, entonces estamos a la deriva —observó Aizza.

El Enigma del EspacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora