—¿Qué te parece 'Zephyr'? —sugerí, observando sus ojos parpadear de manera reflexiva mientras esperaba su respuesta. Sin embargo, no emitió ningún sonido en señal de aprobación o desaprobación.
—No te gustó, ¿eh? —murmuré, tratando de descifrar sus pensamientos. Mi mirada se desvió hacia el techo mientras pensaba en un nuevo nombre. —¿Y qué tal 'Nebulón'?
La criatura alienígena emitió un ligero zumbido, un suspiro enigmático que me dejó con más incertidumbre que certeza. Negué con la cabeza, sumido en mis pensamientos. —Quizás 'Boreas'.
Esta vez, sus ojos titilaron de manera enigmática, pero no parecía completamente convencido. Frustración comenzó a apoderarse de mí.
—Bien, no parece que te guste 'Cosmo' tampoco, —suspiré, sintiendo que la paciencia se agotaba. La criatura alienígena emitió un sonido que podría haber sido un zumbido confuso, como si estuviera igual de confundida por la elección del nombre.
Justo cuando estaba a punto de volver a empezar la búsqueda de un nombre, mi comunicador se iluminó con una llamada entrante. La interrupción fue tan inesperada como bienvenida, y me apresuré a responderla, dejando a un lado la tarea de nombrar a mi misteriosa mascota alienígena por el momento.
La figura de Nalor se materializó en el holograma.
—Hola, estaba esperando tu llamada —comenté
—Disculpa, no tuve tiempo de comunicarme antes. Estábamos ocupados con las reparaciones de la nave —se disculpó Nalor, su voz resonando con la fatiga de las horas de trabajo.
—¿La nave sigue en mal estado? —pregunté, consciente de que la situación era delicada.
—Nada de lo que preocuparse. Nos encontramos en el lugar acordado y aprovechamos para resolver los problemas técnicos que había. Estamos listos para tu llegada —aseguró Nalor, intentando transmitir confianza.
—Excelente. No creo que falte mucho para que nos encontremos allí. ¿Cómo está la princesa? —inquirí, sabiendo que mi tarea más urgente era garantizar la seguridad de la princesa Lyxar hasta que la devolviéramos a su planeta natal.
Nalor hizo una mueca involuntaria, y sus ojos reflejaron una preocupación genuina.
—Korg está cuidando de ella como se lo ordenaste, pero ha estado bastante irritable con todos desde su llegada. —explicó Nalor
—Hmm, no me sorprende. Lamento haber retrasado la misión. —mis palabras eran un susurro de arrepentimiento.
—No tienes por qué disculparte. Estamos manejando la situación de manera eficiente aquí. Además, nadie pudo haber previsto que esa cosa aparecería en Thaloria. A pesar de todo, Draktharos colaboró para que sigas con vida, y estamos agradecidos por eso —respondió Nalor, con un tono de gratitud en sus palabras.
—Tienes razón, la aparición de esa criatura fue totalmente inesperada. Pero aún así, no puedo evitar sentirme responsable por poner en peligro a la princesa y al equipo. Debería haber sido más cautelosa. —Expresé mi preocupación sincera mientras mi mente regresaba a la criatura alienígena que tenía delante, aún sin nombre.
Nalor asintió con comprensión, su mirada curiosa posándose en la criatura que yacía cómodamente en mis piernas cruzadas
—¿Qué es eso que tienes ahí? —preguntó Nalor, su voz llena de sorpresa e intriga.
Mis ojos se desviaron hacia la criatura peluda y luego volvieron a Nalor. Mi mente trabajaba en cómo explicar el origen y la singularidad de esta extraña criatura.
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El Enigma del Espacio
RomansaEn los confines insondables del universo, emergieron dos líderes cuyas antipatías destilaban un odio tan ardiente como las estrellas que los rodeaban: Evadne Thorne y el príncipe alienígena Draktharos de Zyphronia. Como chispas de desesperación en...