𓂀 ℙ𝕣𝕠𝕝𝕠𝕘𝕦𝕖 𓂀

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EL RECUERDO de ese día a menudo pasaba frente a sus ojos, como una especie de recordatorio que le daba su cerebro

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EL RECUERDO de ese día a menudo pasaba frente a sus ojos, como una especie de recordatorio que le daba su cerebro. Sin embargo, había pasado hace tanto que casi no podía reconocer nada de lo que sucedía, haciéndola experimentar esas mismas sensaciones como si fuese la primera vez que lo vivía. Una y otra vez sin parar; su mente la atormentaba con eso por más que lo olvidara casi al instante de haberlo visto de nuevo. En la memoria enterrada de cuando aún era una niña, su propio rostro le era desconocido. Lo imaginaba siendo tapado por algo, como un ojo grande y rodeado de una nube negra que le impedía mirar más allá de lo que le mostraba. Con su madre, que se paraba frente a ella al igual que un dios vigilando a sus creaciones, era algo parecido. A pesar de no recordar sus rasgos faciales, podía sentir su mirada severa sobre ella.

La madera bajo sus pies crujió al arrodillarse. Intentando no mirar a la mujer directamente, dirigió su atención a la pequeña mesa enfrente de ella. Un incienso, un cofre del tamaño de una caja musical, velas alrededor de toda la habitación que servían como la única iluminación y una llave que reposaba junto al cofre.

— Kyoko. — la voz de su progenitora estaba distorsionada en el recuerdo, al igual que la suya. Alzó la cabeza para mirar en dirección a su rostro. — Toma la llave.

— Está bien. — su mano obediente tomó el objeto que iba en conjunto con el cofre, y lo sostuvo frente a ella durante algunos segundos. Pensando, analizando... preguntándose cómo sería su vida a partir del momento en que usara esa llave.

— Durante muchos años este poder ha sido un misterio. — le explicó, obligándola a prestarle atención. — Una sola persona en varias generaciones nace con el don de las cartas. Kyoko, cuando naciste supe de inmediato que serías tú. — los nervios de la niña incrementaron con cada palabra que salía de su boca. A pesar de escucharse ella igual y no recordar el sonido verdadero de su voz, le estaba dando escalofríos. — Soy creyente de una teoría que uno de tus ancestros sugirió hace mucho. No es cuestión de suerte el nacer o no nacer con esta habilidad. No tiene nada que ver con las circunstancias o con la persona; las cartas te eligen a ti. Y hoy, Kyoko, las cartas te han escogido. Cuando abras ese cofre y tomes las cartas que tanto tiempo han esperado por ti, tu vida cambiará para siempre. Estarás atada a ellas y ellas estarán atadas a ti; no habrá fuerza en el universo que las separe hasta el día de tu muerte. Y cuando ese día llegue, por su cuenta las cartas regresarán a esperar a su próximo dueño.

— Entiendo.

— Entonces, ¿qué esperas?

Sin desperdiciar un segundo más, insertó la llave en la cerradura. Dudó por apenas un momento debido a esa charla sobre como cambiaría su vida al tener esas cartas en sus manos, pero también era consciente de que no tenía otra opción. Giró la llave, y con su otra mano levantó la tapa del cofre con sumo cuidado.

Una baraja del tarot completa.

Se hubiera quedado contemplándolas, pero rápidamente las tomó. Hubo algo en ellas que le hizo sentir, como había dicho su madre, que la habían escogido. Tanto fue así que apenas las tuvo en sus manos pudo sentir su energía maldita fluir hacia esas cartas; como si ellas la estuvieran conociendo también.

𝙈𝙖𝙮𝙤𝙧 𝘼𝙧𝙘𝙖𝙣𝙖 - 𝘾𝙝𝙤𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora