— Te lo pregunto por si las dudas. — un poco lejos de ese drama, Panda le preguntó a Itadori. — Él no es nada tuyo, ¿o sí?
— Incluso estuvo a punto de matarme. — contestó, quitándose de encima el uniforme roto y lleno de sangre.
— Primero Todo y luego él. ¿No desprenderás unas locas feromonas?
— Pero gracias a él se ha creado un caos. Aprovechemos la oportunidad.
— Sí.
— Aún me quedan dos núcleos, así que yo voy al frente. — les mencionó Panda. — Entre todos deberíamos ser capaces de distraerlo el tiempo suficiente para robarle a Gokumonkyo a como dé lugar.
Los hechiceros que se encontraban presentes y podían todavía moverse comenzaron a movilizarse en dirección al hechicero que recién asesinó a la hermana de Kyoko. Sin embargo, antes de que pudieran hacer cualquier cosa, Uraume de nuevo se puso en su camino.
— Hechizo congelante. — colocó su mano frente a su rostro, y sopló sobre la palma como esparciendo un polvo muy frío. — Calma mortal escarchada.
No mucho después, quedaron todos inmovilizados. El hielo que se formó alrededor de sus cuerpos era demasiado resistente y, por lo tanto, demasiado arriesgado de romper. El único hielo que era un poco menos resistente era el de Itadori. En un movimiento, Uraume los logró detener a todos.
— No los mates; necesito mensajeros. — le indicó el hechicero en posesión del cuerpo de Geto.
— ¿Y eso es razón para perdonarles la vida a todos? — contestó, curando el agujero que había quedado en su mano de inmediato.
— Kyoko. — Choso trató de llamar su atención de la forma más sutil que pudo, pero ella seguía centrada en su hermana. Seguía viendo como quedó su cuerpo sin vida en el suelo, y si era sincero, no la podía culpar. — Este hielo insignificante no podrá... — colocó su mano libre sobre el hielo. — Palpitación de escamas carmesí.
— ¿Este hielo insignificante qué? — frente a él, Uraume se paró apuntándolo con su dedo cubierto de hielo, que poco a poco se extendía como una cuchilla hacia su rostro. No le quitó los ojos de encima, y lo miró de manera desafiante para demostrar que no tenía miedo.
Lo interrumpió la intervención repentina de Itadori, rompiendo el hielo que atrapaba a los dos que estaban ahí. Se había liberado cuando notó que el hielo sobre él era más débil, y Choso se aseguró de ayudar a Kyoko a no quedarse atrás cuando apenas regresó a la realidad. Una vez estuvieron libres, Itadori habló.
— ¡Eres un aliado, ¿verdad?! — Choso era el que tenía más posibilidades de responderle si Kyoko aún se veía medio ida.
— ¡No!
— ¿Ah?
— Soy tu hermano mayor.
— ¡¿No te lo puedes tomar con mayor seriedad?!
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𝙈𝙖𝙮𝙤𝙧 𝘼𝙧𝙘𝙖𝙣𝙖 - 𝘾𝙝𝙤𝙨𝙤
Hayran Kurgu𝘌𝘹𝘪𝘭𝘪𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘧𝘢𝘮𝘪𝘭𝘪𝘢 𝘺 𝘴𝘪𝘯 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘳𝘶𝘮𝘣𝘰 𝘧𝘪𝘫𝘰, 𝘒𝘺𝘰𝘬𝘰 𝘦𝘯𝘧𝘳𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘪𝘢𝘥𝘢𝘥𝘢. 𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘣𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵...