003: 𝙇𝙤𝙨 𝙝𝙚𝙧𝙢𝙖𝙣𝙤𝙨 ૢ✧

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DE REPENTE, se sintió vivo

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DE REPENTE, se sintió vivo. Sentía el aire entrar y salir de sus pulmones, sus ojos ajustándose a la luz del exterior de la cápsula donde estuvo aprisionado tanto tiempo, y su piel que entraba en contacto por primera vez con el mundo. Estaba sintiendo, estaba existiendo en ese mundo, estaba vivo.

Haber estado encerrado en esa cosa se había sentido como una eternidad, y si era sincero, casi no recordaba nada que no fuera estar ahí. Sus hermanos era todo lo que alguna vez había conocido, y todo lo que estaba seguro que iba a necesitar en su vida. Porque siempre y cuando se protegieran y se mantuvieran juntos, no tendría nada por que preocuparse nunca más.

No obstante, por mucho que estuviera aliviado de ser libre, no podía obviar el hecho de que eso había sido gracias a alguien más. El que quisieran que ellos se unieran a su plan nada más despertar era algo molesto, pero no podía negar que, al menos en ese momento, hacerles caso era lo que más les convenía. No es que tuvieran muchos lugares a donde ir, después de todo.

— Nos uniremos a las maldiciones. — les habló a sus hermanos menores, después de un rato de analizar bien la situación en la que se encontraban.

— ¿Seguro? Parecían un tanto sospechosos. — el hermano del medio opinó. — En especial esa que no te dejaba de ver.

Cierto, desde que despertó había notado a Kyoko mirándolo fijamente, como si se encontrara fascinada sólo por el acto de su existencia. Mientras los ojos le brillaban, le hablaba a lo que él creía que eran unas cartas y les agradecía por algo, alegando que "no volvería a dudar de ellas de nuevo o ella sola se encargaría de sufrir las consecuencias" y disculpándose por tomar una decisión sin su permiso.

Era sin duda extraño, pero no lo suficiente como para que se preocupara.

— El futuro que ellos proponen nos viene mucho mejor. — continuó. — Es así de sencillo. Olviden el hecho de que nos manifestaron. Escuchen, hermanos míos. Esou, tú vives por Kechizu; Kechizu, tú vives por mí; y yo vivo por ti, Esou. Los tres somos uno solo.

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Poco sabía Choso de la tragedia que ocurriría esa noche.

Con sus hermanos fuera después de haberles dado la misión de recuperar uno de los dedos de Sukuna, no tenía nada más que hacer además de esperar. Eso hubiera sido sencillo de no ser por Kyoko, que — no tan sutilmente — se la pasaba rondando a su alrededor como gato curioso desde que lo vio por primera vez.

No iba a mentir, le estaba dando un poquito de miedo.

Pero es que la mujer había pasado varios días con la cápsula donde estuvo encerrado durante un tiempo considerable. Aunque pensara que no podía ser posible, había desarrollado cierto apego emocional hacia él.

—...¿Me puedes dejar de mirar? — le pidió, esperando que al menos fuera comprensiva si le ponía límites.

Kyoko se sobresaltó, desde atrás de la pared donde estaba mal escondida, y sus ojos le brillaron al notar que le había prestado atención.

𝙈𝙖𝙮𝙤𝙧 𝘼𝙧𝙘𝙖𝙣𝙖 - 𝘾𝙝𝙤𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora