002: 𝙇𝙖𝙨 𝙫𝙤𝙘𝙚𝙨 ૢ✧

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EN LA oscuridad de la cueva, fría y desolada donde no habían señales de vida cercanas, sólo se escuchaban la voz del hechicero joven que veía a Hanami, completamente exhausta por su pelea reciente con los estudiantes de la escuela de hechicería

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EN LA oscuridad de la cueva, fría y desolada donde no habían señales de vida cercanas, sólo se escuchaban la voz del hechicero joven que veía a Hanami, completamente exhausta por su pelea reciente con los estudiantes de la escuela de hechicería. A último momento fue atacada por Gojo, pero logró escapar antes de que le sucediera algo muy grave, y ahora estaba tirada en el suelo tratando de recuperar fuerzas mientras en la mente del humano rondaba la idea de acabar con ella mientras estaba tan vulnerable.

Dicho pensamiento no pasó a ser nada más, sin embargo, porque apenas se acercó a la maldición con la espada en mano se apareció Mahito detrás de él, rodeando sus hombros en un abrazo, y dándole una sonrisa falsamente amistosa apenas se encontró con su mirada sobre él.

— Buen trabajo. — el tono en que las palabras salieron de su boca le transmitieron sus intenciones. — Pero tampoco te pases de listo, humano... o te mato.

— Sólo trataba de ser amable, pero dudo que una maldición lo comprenda. — la tensión entre ellos incrementó con el silencio, y Haruta al final sólo se encogió de hombros antes de que lo soltaran por fin. — ¿Qué hay de los bienes?

— Fue pan comido. — la maldición guiñó, alzando dos de los dedos que había tomado. — Los seis dedos de Sukuna que la escuela de hechicería tenía en su poder, y ciertos objetos malditos de categoría especial. Los úteros malditos correspondientes a las Pinturas de la Muerte del I al III.

— ¿Es eso que está sosteniendo ella? — le preguntó, señalando a Kyoko. Desde que regresaron había centrado toda su atención en el útero que se llevó. Su concentración en ese objeto era tanta que, por más que tratara, Mahito no lograba que escuchara cuando hablaba. Un par de veces hasta la oyó susurrar cosas que no lograba escuchar, sólo para quedarse callada de nuevo un par de minutos después. — ¿Qué le pasa?

— Quién sabe; ha estado así desde que le echó el ojo al útero. Ni sé por qué es ni me importa saberlo; ya era obvio que le faltaba un tornillo desde el inicio. Yo sólo la ignoro, y te sugiero que lo hagas también a menos que te quieras confundir tratando de entender su lógica.

— Bueno, entonces da igual.

— Pero ya me cansé de estar con ella todo el día; que te siga a ti mientras ayudo a Hanami. — se quejó. — ¡Oye, Kyoko! ¡Sal de aquí ya! Si es que me puedes oír; sino te dejamos aquí. Por mí perfecto.

— ¡Vámonos, Kyoko! Los dos somos humanos, ¿no? ¡Así que debemos mantenernos juntos! — dejó de hablar al darse cuenta de que de verdad estaba iba. No le prestó atención a nada de lo que dijo. — Bueno, se intentó. — viendo que no se iba a empezar a mover por su cuenta, la arrastró un poco hasta que lo empezó a seguir.

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Varios días habían pasado ya, y Kyoko no daba señales de salir del trance en el que parecía estar metida, lo cual tenía bastante irritado a Mahito. De no ser que para algo les sería útil, la hubiera matado nada más por eso, pero Geto le recordó que ella era parte importante de lo que tenía planeado y, por lo tanto, no debía matarla. Así que no tuvo más opción que arrastrarla a todos lados, sintiéndose cada vez más fastidiado por sus susurros y la mirada perdida que tenía.

𝙈𝙖𝙮𝙤𝙧 𝘼𝙧𝙘𝙖𝙣𝙖 - 𝘾𝙝𝙤𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora