5. Niebla que huele a ella

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Me encuentro en plena lectura, leyendo una novela sobre un mundo donde los seres humanos coexisten con seres mágicos y criaturas sobrenaturales. La premisa está basada en tres reinos, el de las sombras, el de las espadas y el de la luz. Cada uno de ellos alberga a sus seres que habitan de manera forzada para no desatar una gran guerra. Alianza de Sombras y Espadas. Así se llama y me tiene con el corazón cogido en un puño. Me acomodo mientras paso las páginas, devorándolas como si fueran mi postre favorito. Estos son los mejores momentos de mi día, incluso cuando no puedo hacerlo a diario por tener demasiadas obligaciones.

—Príncipe Wilder, tiene una misiva—escucho la voz del chico que reparte las cartas y todo tipo de comunicaciones, así que me levanto del sofá y le abro la puerta. Me mira igual que siempre, con respeto y no durante mucho rato, por lo que cuando le tomo la carta de las manos, sale caminando a toda prisa, con una bolsa llena de ellas. Viene de palacio porque no tiene un sello de fuera, así que me imagino que es de Agnor. Solía hacer esto cuando era más joven, porque prefería escribirme en lugar de hablarme sobre los problemas. Voy cerrando la puerta con el pie mientras la abro, sorprendido porque no reconozco la caligrafía.

Es Raith, pidiéndome una audiencia para poder hablar sobre el baile. La letra es básica, no contiene ningún tipo de firma bonita ni caligrafía emperifollada, al igual que tampoco tiene faltas. La arrugo entre mis dedos y me vuelvo a poner la camisa y las botas, para salir a hablar con ella. No sé cuándo mandó la misiva, y porque no venir directamente amis aposentos, por lo que cuanto antes lo resuelva, menos tiempo tendré para obsesionarme con esto. Ahora mismo todo lo que ocupa mi cabeza es el libro y mi ansiedad por volver a él.

Atravesar mi ala del palacio y encontrarme frente a sus aposentos toma menos de lo que esperaba, por lo que aprovecho el momento para atarme el pelo que descuidadamente había dejado suelto. ¿Qué se supone que quiere hablar? ¿Es que se cree que yo quiero ir al baile con ella y tener que vigilarla como si fuera una niña pequeña?

Abre la puerta sin preguntar quién es, algo que me parece algo despreocupado por su parte, pero claro, no puedo ignorar el hecho de que cierra con llave. Chica lista. Su cabeza sube hasta mi cara y sus ojos se agrandan, dejándome ver el blanco en ellos en lugar de sus iris.

—Buenas—digo sin más, mirandola fijamente mientras ella hace lo mismo, bajando de mi cara a mi pecho—. Imagino que nadie te ha enseñado, pero lo usual es hacer una reverencia.

—No eres mi rey.—Su voz sale decidida y con algo de ácido en ella, por lo que levanto la cara entre los dedos para que la vea, algo arrugada de haberla apretado. Me mira la mano sin comprenderlo de todo pero finalmente hablo.

—Aquí me llamas majestad.

—Un error lo tiene cualquiera.—¿Qué? ¿Me acaba de sorprender siendo insolente? Ver para creer. Me relajo, recordando que es solo una humana, una mujer sin importancia.

—Tengo poco tiempo para insolencias y poca paciencia con la gente irreverente, yo de ti me daría prisa.

—Yo... Yo quería poder charlar contigo sobre la fiesta.—Eso estaba claro por lo que aprovecho para cotillear un poco sus aposentos, mirando por encima de su cabeza, porque claramente, tiene una estatura ridícula. ¿Todas las humanas son así de menudas o esta tiene alguna clase de defecto? Sus aposentos están limpios, recogidos, con las cortinas recogidas para poder ver el exterior y la cama perfectamente tendida. También tiene... Espera, ¿esos son dibujos en la pared? ¿Ha dibujado? ¿Cómo? Sus ojos atrapan lo que hacen los mios, así que cierra un poco más la puerta, como si eso fuera a impedir que vea por encima de su cabeza. Además, este es mi palacio, puedo entrar donde me plazca y una puerta desde luego no me pararía. Aun a pesar de eso sonrío, porque otra cosa no, pero me gusta ser sorprendido. Es una habilidad que no creía posible para nadie.

El mar de Vetr ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora