11. Es una persona, no un lugar

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Tras una revisión con el médico que confirma que no tengo ningún tipo de envenenamiento ni enfermedad, me reúno con Anasim en la cocina, porque a estas horas de la tarde, cerca de la noche, apenas hay servicio. Los pocos que quedan, son Merrick y Koia, que se empeñan en dejar la cocina limpia e ir rondando por si alguien quiere algo. De niño yo solía venir mucho, a por helado o dulces, pero con la madurez, dejé de hacerlo. Sin embargo, es un buen sitio para reunirme con Anasim, beber y comer y sin que tenga que prepararlo él. Ha sido un día agotador y aunque no debería, me emociona pensar en que he quedado con Raith esta noche tras la charla rápida en la biblioteca.

Merrick nos tiene ya los platos listos, que humean deliciosamente oliendo a carne y patatas. Esas patatas son de mis favoritas porque tienen un toque a ajo y cebolla que las convierte en una exquisitez. Anasim entra algo cohibido, como hace siempre, pero al verle, Merrick empieza a charlar.

—Buenas noches, Anasim. ¿Cómo va la taberna?

—Con borrachos fieles.

—Entonces está bien.—Ambos se ríen pero Merrick me mira especialmente a mi al servirnos los platos. Lo entiendo al momento porque una pieza enorme de pollo ocupa mi plato, cuando el de Anasim está presentado con otro trozo de carne.

—¿Es pollo?—pregunto sabiendo la respuesta.

—Así es, alteza.—Sonríe más ancho pero no deja la puntilla de la frase sin terminar—. La misma Raith lo deshuesó.—Y entonces sí, se aleja, bajando un tramo más de escaleras a donde tenemos el almacén, con la mayoría de las conservas y alimentos. La cocina es pacífica, iluminada por velas y con el olor del fuego cocinando un caldo que parece llevar muchas verduras, tan llena de olores que me abre el estómago por completo.

—Así que, Raith.

—Sí. La decapitadora de pollos. Así la llaman entre el servicio.—Anasim revienta en una risotada gigante que acaba contagiándoseme. Pincho la primera patata mientras niego, aun riéndome. Reconozco que es un apodo singular, sobre todo para una hembra. Hay algo íntimo y hogareño de estar aquí con él, porque al principio, cuando Worven aún vivía, solíamos venir mucho.

—Ya no sé qué pensar de esta mujer, hermano.

—Estamos en el mismo barco.

—Se me hace interesante por momentos. ¿Cuándo dices que puedo conocerla?

—En breve, imagino, porque si no te lo facilito yo, encontrarás la manera de hacerlo. Como Ula, que logra averiguar cosas de ella que ni siquiera concibo. ¿Te puedes creer que las he pillado teniendo una cita?

—¿Juntas? ¿Para qué? ¿Pintarse las uñas?

—No, no. Una cita, con machos. Con Dathan Moor y Nerio Fumming Barthon.

—Oh, qué bonito. ¿Cómo lo sabes?

—¿El qué? ¿Qué tenían una cita? Porque lo vi por la ventana—respondo sin más y él se ríe pegando un puño en la mesa. El pollo está igual de bueno que siempre, sazonado a la perfección y es que Merrick es de los mejores cocineros que hemos tenido en palacio. Algunos usan demasiadas especias, otros no las suficientes... Pero él siempre sabe darle el punto correcto, y también ayuda la copa de vino tinto que tenemos delante, a temperatura ambiente y con un color embriagador.

—No te imagino, escondido detrás de las cortinas espiando una cita inocente.

—No era tan inocente. Él la miraba demasiado y la ayudó a levantarse de la manera más torpe posible. Incluso la invitó al baile por el cumpleaños de mi madre.

—Tiene valor, hay que reconocerlo.

—¿Invitarla al baile te parece valiente? Menudo guerrero eres, Anasim, mejor sigue sirviendo copas porque no podrías unirte al ejercito.

El mar de Vetr ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora