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Bajó las escaleras corriendo, para poder llegar a la salida debía pasar por la puerta del estudio de su padre, la cual, a esas horas de la mañana se encontraba abierta, aquello era una mala señal, significaba que el tiránico hombre estaba en la oficina, seguramente esperándolo. Se armó de valor para pasar la puerta, esperando evitar ser visto, pero no lo logró.

-Bill- su padre llamó

El mencionado paró en seco y cerrando los ojos con fastidio, entró al estudio. Su padre estaba sentado detrás del escritorio con mirada seria. ¿Cómo se podía estar de malas siendo tan temprano en la mañana? Se sentía tan incómodo frente a ese hombre, solo quería que hablara de una vez para poder irse a la escuela y olvidarse de su vida en esa mansión.

-Hablé con el director de tu escuela- dijo revisando unos papeles frente a él y sin mirar a su hijo

Bill se puso nervioso, no le había dicho a su padre acerca de las asesorías, esperaba poder salir del problema solo y sin ningún apuro, debió de haber previsto que hablaría con el director. Solo atinó a bajar la mirada. Había aprendido a no discutir con su padre, jamás llevaba las de ganar.

-La verdad no sé que decir, otra decepción mas. No puedo creer que tus calificaciones sean tan malas que hasta el director tenga que ponerte un tutor, yo opino que debiste de buscarlo tu desde un principio, si sabes que tu cabeza no da para mas, ¿así esperas que te deje a cargo de la compañía?- suspiró, como si de verdad le pesara lo que fuera a decir -Es tu última oportunidad Bill, o subes tu calificaciones o...-

-Internado- contestó el otro fastidiado

Salió de la casa dando un portazo, odiaba a ese hombre con todas sus fuerzas. Odiaba su familia con dinero y poder, odiaba las responsabilidades que implicaban ser el hijo del gran ejecutivo que era su padre, odiaba todo respecto a esa vida de rico.
Odiaba que su padre pensara que era su obligación heredar la gran compañía de la que era dueño, Bill no sabía que quería ser cuando fuera mayor, pero ser financiero estaba completamente descartado.

Por eso no dejaba que nadie lo intimidara, no dejaba que nadie le dijera qué hacer. Bastante ya tenía con su padre como para aguantar a los demás, nadie tenía control sobre su vida, y cuando fuera lo suficiente mayor, ni su padre tendría control sobre él.

Su mente se desvió a Tom y su cuerpo se estremeció, no quería pensar que lo que había pasado le había gustado. Había resuelto que le gustaban los hombres desde que era más chico, y el tal Kaulitz le había llamado la atención desde el principio, pero le gustaba de lejos, al escuchar los rumores del Dios del sexo su gusto simplemente había permanecido como platónico. No tenía el más mínimo interés en acercarse al mayir, que lo chocara en el pasillo de la escuela, solo había sido una casualidad.

Terminar en el piso de su habitación, no lo había sido.

Debía admitir que vibraba de emoción al pensar en las manos del otro sobre él, la manera en la que lo había besado de esa forma tan violenta, casi haciéndole doler los labios horas después. Cuando lo había tirado de la silla, se había sentido indefenso, incluso asustado, pero tener a Tom encima con esa sonrisa y seguridad, le había transmitido calma y ganas. Tom podía haberle dado una orden, pero se había sentido increíblemente bien, cumplirla.

-X-

Ya era cambio de clase. ¿Cuál era la siguiente? No importaba, sería igual de aburrido para Tom, todas las clases resultaban iguales y se estaba desesperando más en esos días, no podía esperar a acabar el año. Si eso no fuera poco, tenía que caminar de un edificio a otro para llegar a la dichosa clase. No era tan malo, le gustaba pasearse por la escuela, cruzando miradas con algunas chicas o simplemente aprovechando el descanso para fumar un cigarro. Sin embargo, en aquella ocasión se encontró buscando a un chico de primero, un chico que había estado debajo de él gimiendo de tal forma, que Tom había terminado por masturbarse en la bañera aquella mañana tan solo con el recuerdo. No lo había visto en toda la mañana, y tampoco era que le urgiera verlo, pero se encontraba deseando que su encuentro se repitiera, no se sentía tan excitado desde, en realidad, nunca. Atravesó uno de los enormes patios de la preparatoria, paseando su mirada discretamente entre los alumnos para ver si lo veía, pero nada.

DELIRIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora