Caminaba por el pasillo de su compañía, era una seguridad absoluta la que poseía mientras lo hacía, incluso sonreía un poco a pesar de que no cruzaba palabra con su abogado y mejor amigo, quien iba caminando a su lado. Al contrario de Tom, el abogado rubio parecía que no había dormido en días, las ojeras se le marcaban claramente debajo de los ojos, su cabello estaba despeinado; lo que no era común en alguien de posición. A medida que caminaba bostezaba y sus ojos se llenaban de lagrimas que lograba controlar para que no cayeran irremediablemente.
Quería ofrecerle una palabra de aliento, una palmada en la espalda, lo que fuera para sacarlo de ese estado, pero no se atrevió. Por un momento, incluso pensó que no era su lugar hacerlo, de no ser por él, Gustav se encontraría en mejor estado.
A medida que se iban acercando a la sala de juntas, el estomago de Gustav parecía mas y mas revuelto, había vomitado todo el desayuno hacía tan solo media hora y por cómo se sentía, estaba lejos de mejorar. Antes de entrar sintió el brazo de Tom detenerlo.
-No te preocupes, todo estará bien-
Tom abrió ambas puertas de la sala de juntas con la espalda completamente erguida y alzó la vista para encarar a todos los accionistas de su empresa, quienes se encontraban sentados alrededor de la enorme mesa de cristal. Tomó su lugar en la cabecera de la mesa y Gustav por su parte tomó el suyo a su lado derecho.
-Yo no estaría tan feliz si fuera tu, Tom- dijo una de las tres mujeres presentes -Lo que venimos a tratar en esta junta es muy delicado para que sonrías de esa forma-
Tom alzó una ceja -No entiendo que es lo que tenemos que tratar para que te pongas así de seria-
Uno de los ancianos de la mesa se aclaró la garganta -Vayamos al grano entonces, no hay necesidad de darle vueltas al asunto cuando en realidad no vamos a lograr que dejes de ser un cínico- lo miró con rencor
-No entiendo esta hostilidad, si pudieran explicarme-
-Lo sabemos Tom, deja de actuar como si no supieras de lo que hablamos- dijo el anciano mientras otro azotaba un sobre amarillo contra la mesa, el golpe hizo que Gustav saltara del susto, pues mas que estar en la conversación parecía estar mas sumergido en sus propios pensamientos.
Tom tomó el sobre sin abrirlo -¿Se supone que sepa qué es?- preguntó admirando el sobre, su voz había cambiado a una de preocupación.
Sin saber de lo que hablaban abrió el sobre, sacando los papeles que contenía, a medida que sacaba uno por uno, iba palideciendo aun mas, incluso su respiración se volvió agitada, no podía creer lo que estaba viendo.
Estados de cuenta, que por supuesto eran falsos, todos y cada uno afirmando que él había estado desviando fondos de la compañía hacia su cuenta personal. Era imposible que aquello estuviera pasando.
-La mesa directiva de la industria Kaulitz solicita la inmediata renuncia del presidente y vicepresidente ejecutivo- pronunció el hombre sentado a la izquierda de Tom
Al escucharlo fue Tom quien sintió enfermar, seguramente su presión había bajado de la impresión, su boca estaba seca y no hallaba siquiera como defenderse.
-Estos documentos son falsos- pudo pronunciar al fin mirando a todos con aire de suplica -¿Por qué robaría de mi propia empresa? Me costó mucho trabajo tenerla como para hacer esa estupidez, es obvio que alguien está tratando de incriminarme- volteó a ver a su abogado quien revisaba cada uno de los papeles, en busca de ayuda.
-Tom, no puedo creerlo- negó con la cabeza -¿Por qué no me dijiste nada? Soy tu mejor amigo ¿Cómo es posible que no me diera cuenta de lo que estaba pasando?- preguntó decepcionado
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DELIRIUM
FanfictionEl problema era que a Bill nadie le decía que hacer, hasta que Tom Kaulitz le dio una órden por primera vez. Una obsesión que no sólo los llevó al borde la pasión, los llevó casi al desastre.