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Fue su propio grito lo que lo despertó, eso o su bóxer, había terminado debido a un sueño. Parpadeó varias veces antes de despertarse por completo, se talló los ojos y subió las manos a su cabello queriendo arrancárselo de un jalón. Había vuelto a soñar con él.

Todavía estaba oscuro afuera, quién sabe qué hora era y mucho menos qué hora era en Alemania. Entró a su baño deshaciéndose de la prenda arrojándola sin ningún tipo de cuidado hacia la ropa sucia. Abrió la regadera sin molestarse en calentar mucho el agua y se metió bajo el chorro helado tratando de disipar sus pensamientos con el pelinegro. Llevaba casi tres meses en Francia y no pasaba al menos dos noches sin que soñara con él, esta vez se había pasado. Correrse por un sueño, no le pasaba desde que era un adolescente y claramente nunca le había pasado por culpa de Bill Trumper.

Cerró los ojos con fuerza despejándose una vez mas.
¿Qué carajo le había hecho ese cabrón? Recordó las ultimas veces que se vieron, incluso el sexo había sido diferente, se reprimió automáticamente. Estás sobrepensando las cosas Tom. Es sólo sexo. Se autoconvenció, tratando de ignorar que su propio miembro lo traicionaba, despertando ante el pensamiento del pelinegro, el recuerdo de sus gemidos y su aroma.

Claro, llevaba casi tres meses sin sexo. ¿Cómo no se iba a poner así? Eso era, todos esos sueños y pensamientos eran por culpa de la falta de sexo, debía poner remedio a eso rápido. Y ahora que lo pensaba mejor. ¿Por qué no había tenido sexo? Es decir, no era como si Francia no tuviera nada que ofrecer y claro que tenía potencial, ¿entonces? Un horrible pensamiento se cruzó por su mente.

-Por supuesto que no me voy a esperar a verlo de nuevo- dijo en voz alta aterrorizado de sus propios sentimientos, del latido de su corazón retumbando contra su pecho debajo del agua fría.

No iba a negar que había sido el mejor sexo que jamás hubiera tenido y estaba seguro que jamás encontraría a un muñeco tan lindo como él, pero de eso a serle fiel, no, esas eran dos cosas completamente distintas. Para empezar ni siquiera tenían una relación como para llamarlo fidelidad. Ni siquiera sentía algo por él.
Definitivamente la falta de sexo lo estaba volviendo loco.

Cerró la regadera y salió del baño goteando, no había ni una sola toalla en el cuarto; debía contratar a alguien que hiciera la limpieza, resolvió titiritando de frío mientras entraba a su habitación y abría el armario en búsqueda de algo con que secarse. Había dejado un camino de agua sobre el piso y la alfombra, pero no le importó. Por fin encontró una toalla de color durazno y comenzó a secarse el cabello,

Sintió un pinchazo de preocupación en el estómago al recordar a su abogado y mejor amigo. Sin riesgo a sonar muy gay, como desearía que estuvieran juntos, lo extrañaba demasiado. Sin mencionar, la culpa que por dejarlo en un momento en el que sabía que Gustav no estaba bien, y no se necesitaba ser un genio para deducir que en ese momento seguramente estaba peor. Odiaba no poder comunicarse con él, extrañaba sus platicas e incluso reír con él, sus regaños y sus insultos. Quería que su amigo estuviera bien, que el idiota de Andreas no lo hubiera quebrado más, que su abogado no se cegara a una venganza, así de terco como era, le preocupaba su actuar.

Miró el reloj, apenas eran las cuatro quince de la mañana. El sueño lo atacó de nuevo y se acurrucó aun pensando en Gustav, pero a medida que el sueño ganaba la batalla, sus pensamientos volvieron a desviarse a Bill.

Eran las nueve de la mañana cuando sus ojos volvieron a abrirse, miró el reloj con calma antes de que su cerebro resolviera que ya era tarde. Saltó casi cayéndose de la cama, tenía que estar en la cafetería hacía una hora. Afortunadamente no tardó mucho en llegar, pero cuando lo hizo recibió una mirada de desaprobación por parte de Sujk.

Como había dicho, había comprado el local de la cafetería casi de inmediato y ahora estaban en proceso de remodelación. Todo lo estaba pagando Tom, aunque todo estaba quedando a nombre de Suik y Leda, después de todo para él sólo era una distracción. No le interesaba en lo más mínimo hacer una vida ahí, sólo quería ocuparse, distraerse de esos pensamientos que amenazaban con volverlo loco.

DELIRIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora