Bill ni siquiera entendía porque se dejaba hacer, claro, siempre terminaba fascinado por todas esas cosas que Tom le hacía y le hacía sentir. Pero tal vez esto era demasiado, es decir, era un collar, una correa, mitad de la tarde y en la oficina del mayor.
Tom pareció haber leído su mente, pues después de colocarle el collar se acercó al comunicador de su secretaria -Me ha surgido un problema, por favor avisa a la mesa directiva que no podré asistir a la junta- dijo y sin esperar alguna respuesta, cerró con llave su oficina. Caminó quedando detrás de Bill quien permanecía sentado sin siquiera atrever a moverse.
Colocó la correa en la argolla del collar con delicadeza, sonriendo en el momento en que jaló fuertemente de ella, Bill cayó al piso de rodillas apoyándose con las manos, Tom amplió su sonrisa -Perfecto- murmuró acariciando el cabello del pelinegro, quien al intentar levantarse fue jalado de nuevo por la correa obligado a permanecer en cuatro.
-No es necesario que te levantes- se colocó detrás de él agachándose para morder su espalda, aun agarrando la correa fuertemente, pasándola por su brazo para poder quitarle el pantalón y la ropa interior al pelinegro.
Bill no hacia ni decía nada, se dejó hacer, aun sin procesar muy bien que era lo que estaba ocurriendo, estaba en un trance debido a que no creía por completo lo que Tom estaba haciendo. Despertó de la ensoñación al sentir el dolor que una nalgada, emitió un pequeño quejido, que provocó otra nalgada.
-En serio, me encantas así- pronunció el mayor -Podría cogerte en este mismo instante, pero no lo haré porque no le veo lo divertido a eso, ¿Sabes que sería divertido?- no hubo respuesta. Tom frunció el ceño jalando la correa de tal forma que Bill terminó con sus codos en el piso.
-Te estoy hablando zorra, si te hablo me contestas- dijo, ¿enojado? O estaba interpretando perfecto su papel dominante.
-¿Qué sería divertido Tom?- el pelinegro se volvió mirando a Tom con esa mirada inocente que lo mandaba al cielo. El mismo entrando en el papel, decidió que lo mejor era dejarse llevar, le gustaba la manera en la que Tom le hablaba, lo trataba y lo tocaba. Aquello solo iba a acabar en extásis y entre más lo disfrutara, mejor.
-Usar uno de esos juguetitos como el que te regalé, ¿lo recuerdas?- Bill abrió mucho los ojos pero asintió -Te veías precioso con el consolador adentro, apuesto que te verias mejor si yo te lo estoy metiendo, ¿no crees?- preguntó como si estuviera teniendo la conversación mas normal del mundo
Bill nunca en su vida se había sentido tan sobajado y tan excitado, era denigrante estar en esa posición con esa correa y collar en el cuello, tener que caminar en cuatro detrás de Tom como un vil perro y soportar todas las vulgaridades que el mayor le decía.
-¿Sabías que mi oficina es a prueba de ruido?- dijo Tom sentándose sobre el escritorio balanceando la correa y con el consolador en la otra mano -Es decir, que podría hacerte gritar como la zorra que eres y nadie te escucharía. Deberías estar agradecido que no te voy a limitar-
-Gracias-
Tom sonrió -Siéntate, la correa es lo suficientemente larga para dejarte hacerlo- el pelinegro obedeció, sentándose en el piso frente al otro.
Tom le aventó el consolador al piso, Bill miró el objeto sin estar muy seguro de qué hacer -Úsalo, ya lo hiciste una vez-
-Dijiste que tu lo harías...-
-Ah, mi zorrita solicita atención- le acarició la mejilla casi en un gesto tierno -Abre las piernas- Bill obedeció de inmediato. Tom sin perder mucho tiempo tomó al pelinegro por la cintura y lo dirigió hacia la ventana donde ambos podían ver su reflejo, el mayor se colocó detrás del otro.
ESTÁS LEYENDO
DELIRIUM
FanfictionEl problema era que a Bill nadie le decía que hacer, hasta que Tom Kaulitz le dio una órden por primera vez. Una obsesión que no sólo los llevó al borde la pasión, los llevó casi al desastre.