Siempre habíamos sido nosotros cuatro Shoko, Suguru, tú y yo. Hasta que todo comenzó a romperse. Nos fuimos distanciando entre traiciones y trabajo. Suguru se fue y Shoko tomó su camino como doctora de la escuela. Ahora solo estamos tú y yo con todo...
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Narra Gojo:
Caminaba por los largos pasillos de la escuela. No se el motivo, pero desde que Abril-chan y Shoko se fueron a la misión estaba intranquilo.
— ¡Satoru, date prisa! —gritó Suguru llegando a mi lado mientras corría.
— ¿Qué pasa? —pregunté.
— Es Abril —soltó.
Y como si lo viera venir fui corriendo a la enfermería. Abrí la puerta y entré. Estaba tumbada en una cama, con una sábana cubriendo la mitad de su cuerpo.
— ¿Qué ha pasado? —le pregunté a Shoko.
— Mientras yo examiba los cuerpos ella fue a por la maldición. Cuando fui a ver como iba estaba en el suelo herida de gravedad.
Apreté los puños con toda mi rabia. Le había pasado algo y podía haberlo evitado. Ahora ella estaba en esa camilla, que por cierto las odia.
Agarré una de las manos de Abril. Estaban cálidas, suaves... Las movió. Miré rápidamente a sus ojos, estaban abiertos. Esos preciosos ojos verdes estaban abiertos.
— ¿Qué ha pasado? —susurró.
— ¡Abril, estás bien! —se alegro Suguru que había llegado un par de minutos antes.
— Acabé con la maldición, nuestro entrenamiento dio sus frutos —me dijo con su típico sarcasmo.
— ¡Tu sabes el susto que me has dado! —le grité—. Me importa poco que hayas acabado con la maldición. Tu eres lo más importante. Que sentido tiene acabar con una maldición si te mueres con ella.
Iba a seguir hablando pero puso su mano en mi boca. La mire algo sorprendido, pues tenía una sonrisa en su rostro. Nunca me sonreía, bueno, nunca me sonreía de forma cálida.
— Estoy bien, Satoru. Gracias a tu entrenamiento.
Sin importarme todo la abracé. Me había asustado. No quería perderla. Me gusta la forma en la que me regaña e intenta aguantarme. Soy bastante pesado en ese sentido, me gusta molestarla.
— Me has asustado, idiota —susurré.
Escuché como soltaba una risa y me abrazaba con más fuerza. Al parecer ella también estaba feliz de verme, lo cual es raro.
