Siempre habíamos sido nosotros cuatro Shoko, Suguru, tú y yo. Hasta que todo comenzó a romperse. Nos fuimos distanciando entre traiciones y trabajo. Suguru se fue y Shoko tomó su camino como doctora de la escuela. Ahora solo estamos tú y yo con todo...
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El pensar en todo lo que había sucedido en un año era abrumante, ni siquiera sabía si esa era la palabra correcta para describirlo. Lo único que sabía era que nos había cambiado por completo, ya nada es como antes y eso me aterra.
Estas vacaciones mi abuela había enfermado y no pudo resistirlo. Por alguna razón sabía que la muerte me perseguía, pero no me asustaba. Mi abuela me había enseñado muchas cosas en la ausencia de mis padres hasta su muerte. Una de ellas es a seguir hacia delante, sola o con quienes se queden a tu lado.
Algo que también me pasa a menudo es que sueño con Riko, parece que todavía no la he dejado ir y me culpo por ello. Sé que tengo que hacerlo, pero no logro encontrar el como. Riko fue una persona llena de luz, esperanza y valentía que había aparecido en mi vida sin ni siquiera pedírselo.
Por otra parte, Satoru, Shoko y yo habíamos estado hablando durante el verano. Nos contábamos que tal sus vacaciones o su familia. Cuando se enteraron de lo de mi abuela no tardaron en venir a ofrecerme su apoyo, lo cual agradecí de todo corazón.
Suguru... él se había distanciado con todos nosotros. No responde nuestras llamadas ni mensajes, es como si ya no existiera. Cuando le vea voy a intentar hablar con él, quiero saber que le ocurre y que sepa que puede contar conmigo para todo porque siempre estaré con él.
La idea de pensar en todo lo que había ocurrido era doloroso, pero tenía que afrontarlo y seguir con mi vida. Abandonar los malos momentos para poder acordarme de los bueno y así ser feliz juntos a las personas que quiero.
Las clases empezaban dentro de dos días, de cierte forma estaba emocionada, volvería a ver a Haibara y a Nanami. Pero me asusta ver a Suguru, sé que ya no es el mismo y temo no reconocerlo.
Me encontraba caminando por los pasillos de la escuela, miraba mi alrededor con impresión. A pesar de llevar ya dos años en ella siempre miraba lo grande que era y lo bonito que me parecía.
— Abril —me llamó Yaga-sensei.
Lo miré confundida, nunca me había llamado nada más entrar en la escuela. Me acerqué a él y me senté a su lado.
— ¿Ocurre algo? —pregunté.
— Quería saber que tal te encontrabas, me he enterado de lo de tu abuela.
— Bueno, al principio fue difícil pero con ayuda de Satoru y Shoko lo he superado —respondí.
— Me alegra escuchar eso —sonrió débilmente—. ¿Has seguido teniendo las pesadillas?
— Lo normal, no suelo pensar mucho en ello pero algunas veces la sigo viendo.
— Poco a poco lo superarás, a mí también me pasó lo mismo. Eres demás fuerte, Abril.
