Siempre habíamos sido nosotros cuatro Shoko, Suguru, tú y yo. Hasta que todo comenzó a romperse. Nos fuimos distanciando entre traiciones y trabajo. Suguru se fue y Shoko tomó su camino como doctora de la escuela. Ahora solo estamos tú y yo con todo...
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Narra Satoru:
Me desperté, miré al techo y suspiré. A pesar de haber dormido bien estaba cansado. Sentí un peso en mi pecho, la cabeza de Abril descansaba sobre él. Sonreí al recordar todo lo de anoche. Acaricié con delicadeza su pelo.
Abril tenía la boca entreabierta y podía ver como la saliva salía de su boca. Sonreí. Es tan tierna.
Empezó a moverse, estaba despertando. Poco a poco fue abriendo sus ojos, sus preciosos ojos verdes.
— Buenos días —saludé.
— Buenos días —susurró para después soltar un gruñido.
— Tenemos que levantarnos —informé.
— Un poquito más —me abrazó con más fuerza.
Solté una leve carcajada y la envolví entre mis brazos.
— Solo un poco.
Abril se volvió a dormir, me daba pena despertarla después de lo cansada que estaba por lo de ayer. La miraba, su rostro relajado, sin ninguna preocupación. Sólo éramos ella y yo. Eso me hacía feliz, muy feliz.
La puerta de mi habitación se abrió. Suguru nos miraba sorprendido, su boca estaba abierta al igual que sus ojos.
— ¿Vosotros habéis? —hizo un gesto con sus manos.
— Cállate, vas a despertar a Abril-chan.
— Me lo tomaré como un si —me ignoró.
— Vete —le dije—. Pero puedes traernos el desayuno, ya que eres el mejor amigo de todos —sonreí.
— Sí claro, ¿quieres algo más? —preguntó con sarcasmo.
— Idiota, es para Abril. Quiero que desayunamos juntos.
— Bien —suspiró—. Pero esta será la última vez.
— Lo que tu digas.
Suguru se fue cerrando la puerta. Pasaron aproximadamente diez minutos y volvió a abrirla.
— Me debes una —fue lo único que dijo.
Dejó el desayuno en la mesa y se fue. A pesar de lo preciosa que se veía durmiendo tenía que despertarla. Me acerqué a su cara y di varios besos en ella. Poco a poco fue reaccionando hasta que se despertó.
