Siempre habíamos sido nosotros cuatro Shoko, Suguru, tú y yo. Hasta que todo comenzó a romperse. Nos fuimos distanciando entre traiciones y trabajo. Suguru se fue y Shoko tomó su camino como doctora de la escuela. Ahora solo estamos tú y yo con todo...
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Los años pasaban demasiado rápido. Megumi ya tenía catorce años, era todo un adolescente. Gojo y yo eramos profesores en la escuela Jujutsu y estábamos encantados, sobretodo yo lo estaba. Me gustaba enseñar a las nuevas generaciones todo lo que se puede conseguir con esfuerzo y trabajo duro.
— ¿Encubrimiento total y ejecución secreta? No seáis ridículos —comentó mi novio cruzado de brazos.
— El muchacho está de acuerdo —dijo uno del consejo.
— Es menor de edad, apenas tiene dieciséis años —intervine—. Quien sabe cuántas muertes generará su maldición. Se las pudo arreglar contra tres hechiceros de segunda clase y uno de primera.
— Por eso nos necesitáis. ¿Ya se os ha olvidado?
— Así que...
— Sí —afirmó Satoru.
— Yuta Okkotsu irá a la escuela de hechicería —sonreí.
Salimos de donde los viejos y nos reunimos con Yuta. El pobre estaba asustado, ya que temblaba.
— ¿Qué es esto? —preguntó Satoru mostrándole el cuchillo.
— Era un cuchillo —respondió el niño—. He intentado matarme, pero Rika ha intervenido.
— Que tétrico —murmuró a lo que le di un codazo.
— Hoy asistirás a una nueva escuela.
— No pienso ir. No quiero hacer más daño a nadie, así que no pienso volver a salir.
— Pero, es muy triste estar solo —comentó Satoru.
Con algo de tristeza me acerqué a Yuta, ya que sabía a lo que se refería Gojo.
— Tienes que ir, Yuta. Prometo que todo saldrá bien, así que no te preocupes. No vas a estar solo, ¿de acuerdo?
— De acuerdo —susurró.
— La maldición que te aflige también podría para usarse para salvar a otros. Aprende a usar su poder. Ya te has rendido una vez. Pero aún estás a tiempo.
Ya era de día y estaba esperando a Yuta junto a Satoru. Al verle llegar ambos le saludamos sonrientes. Ambos entramos a clase y los tres ya estaban ahí.
— Buenos días —les saludé.
— ¡Permitirme presentaros al chico nuevo! ¡Un aplauso, chicos!
— Dicen que es un chico muy temperamental —soltó Maki—. Lo siento, pero no me entusiasma conocer a alguien así.
— Shake.
— No deberíais juzgar a las personas y mucho menos sin conocerlas —comenté mirando a mis estudiantes.
