Sexto capítulo

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Sexto capítulo



—¡Vamos, Lex, o llegarás tarde a tu primer día!—Nora estaba tan nerviosa como yo por nuestro comienzo en la universidad. Aunque hoy también era su primer día, ella entraba más tarde; ya que no habíamos escogido la misma carrera.  Aún así, quería llegar conmigo; para así  darse una vuelta por el campus y conocerlo todo antes de empezar.
Nora siempre quería saberlo todo; de esa forma; se sentía más segura con los comienzos.
Tan rápido como pude, cogí mi chaqueta de cuero negra, un zumo para el camino y salí corriendo por la puerta; donde Nora me esperaba ansiosa.
Como ya había dicho antes; siempre llegaba tarde a todas partes.
Cuando salimos de casa, Selene nos esperaba con el coche en marcha; esperando a que estuviéramos dentro para arrancar al instante.

Hacía una semana que no sabía nada de Caín, y, aunque había intentado sacarle información a Selene, tanto ella como John siempre me respondían lo mismo; que mejor que siguiese sin saber de él, ya que no me convenía.

Nunca me había gustado nada que los demás tomasen decisiones por mí, y, ahora, lo estaban haciendo.Ni siquiera quería hablar con él, solo quería saber más cosas sobre la persona que en teoría tenía que vivir aquí, pero no aparecía ninguna noche. ¿Dónde estaba viviendo Caín, si se suponía que esta era su casa?

De repente, Nora asomó la cabeza por el lado de su asiento, y me tendió un sobre. ¿Otra carta? Esta vez, su cara reflejaba tristeza.
—Es de Adam.—Por un momento, mi corazón se paró. No quería tener que leerla; no quería tener que imaginar su voz en mi mente.—Sabía que no querrías leerla, así que la he leído por ti.—Nora me conocía a la perfección. Después de hacerle un gesto de aprobación, ella siguió hablando.—Solo dice que lo siente por lo que pasó antes de que te marcharas, que te quiere y que vuelvas. Bueno, y unas cuantas mierdas más; pero no creo que te importen. Solo son súplicas, reproches y otra vez súplicas.—Nora puso sus ojos en blanco, y, después, se pasó un rato maldiciendo al innombrable. Era increíble como ese cabrón era capaz de destruir mi mundo en pedazos con una simple carta.
Me apoyé en la ventanilla y cerré los ojos, intentando recordar un día con Nora, cuándo éramos pequeñas.

Nora y yo estábamos tumbadas en su cama; mirando al techo, en silencio.
Al día siguiente era Navidad, y yo estaba triste porque no tenía familia con quien disfrutar de aquella época. Aunque la familia de Nora me trataba como si tuviese su propia sangre, no dejaba de doler que, al llegar a mi casa, no tuviera a nadie que me pusiera un plato en la mesa y me diera un beso antes de dormir.
Solo habían gritos.
Nora y yo teníamos diez años; era un día de lluvia, y a las dos nos encantaba escuchar la lluvia chocar contra el cristal de las ventanas. Ese día, pasamos toda la tarde viendo las películas de Harry Potter, y, después de cenar, pasamos la noche haciendo lo mismo. De la primera hasta la última.
Al día siguiente, cuando nos despertamos, miramos por la ventana y lo vimos todo nevado. Después de dar unos cuantos saltos de alegría, bajamos al salón; donde estaba el árbol de navidad lleno de regalos con el nombre de Nora; y también con el mío.
Ese día sentí que era feliz; fue la primera vez que sentí que aquel era mi hogar, y aquella mi familia.
Ese recuerdo siempre me ayudaba a eliminar de mi mente cualquier pensamiento negativo. Me ayudaba cuando habían gritos en mi casa; me ayudaba cuando él me dejaba sola en casa después de darme una paliza; y me estaba ayudando ahora.

Cuando llegamos a la Universidad de Miami; quedé estupefacta.
El campus era gigante; había tantos edificios que pensé que no iba a encontrar mi clase nunca. Por suerte, Nora ya se había encargado de conseguir los planos del campus; así que buscó el aula 108; la clase donde me tocaba ir primero. Cuando nos hubimos despedido de Selene, y conseguimos ubicarnos en el mapa; comenzamos a andar hacia el edificio número cuatro.
Mientras caminábamos, la mayoría de chicos que pasaban por nuestro lado se quedaban mirándome.
Para mi primer día, había escogido un vestido de color blanco que era bastante apretado; realzaba mis pechos y remarcaba del todo cada una de las curvas de mi cuerpo. Además, me había hecho un maquillaje ligero; pero que hacía que mis ojos azules resaltaran aún más. También me había alisado el pelo para poder dejarlo suelto, y, para los pendientes, había elegido unos en forma de serpiente con diamantes blancos; aunque eran bastante pequeños, y, con el pelo suelto, también bastante discretos.
Nora no había parado de decirme lo guapa que estaba desde que habíamos bajado del coche; y, por cada chico que me miraba; ella me hacía un cumplido y volvía a repetirme lo guapa que estaba.

𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑𝐓𝐄 (Esquivando el dolor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora