Décimo capítulo
-Lexa, no has tocado la cena. Llevas quince minutos dándole vueltas a la comida.- Miré a Nora. Su rostro expresaba preocupación, así que, sin decir nada, empecé a comer.
Tenía el estómago cerrado, por lo que me costaba bastante tragar cada trozo de pollo y cada patata que me llevaba a la boca. Eran las nueve y media de la noche, y llevaba todo el día pensando en Caín.Aquella mañana, cuando me desperté después de haber pasado una noche increíble con él; ya no estaba. Si no hubiera sido por el olor de su colonia, que permanecía en mi almohada, habría pensado que aquella noche solo había sido un sueño.
Llevaba todo el día sin saber nada de él, y no entendía nada.
¿Por qué se había ido así, en lugar de quedarse a dormir? Por lo menos, podría haberme avisado de que iba a irse. Quizá, para él sólo había sido una chica más en su lista. Había conseguido lo que quería desde el principio; que cayera. Qué tonta había sido, pensando que había habido algo especial entre nosotros, y que iba a tener que alejarme. Al final, eso no iba a hacer falta; porque fue él quien se alejó.Caín había estado ignorándome por completo toda la semana en la universidad, los días se hacían eternos.
El miércoles, pasó por delante mí sin siquiera mirarme, y besó a Crystel. Desde ese día, estuvieron toda la semana enrollándose por todas las esquinas del campus.
Yo no entendía nada. Estaba tan cabreada con Caín, pero, sobre todo, estaba tan decepcionada conmigo misma. Había sido un juego para él. Un reto, y nada más.Ese día era viernes, estaba sentada en el aula, con Caín tres filas más abajo. No podía dejar de mirarle, y de pensar en cómo podía ser capaz de mostrar una faceta tan tierna de una forma tan real, cuando en realidad era un cabrón y todo lo bueno que me había mostrado de él había sido una mentira; una forma de conseguir de mí lo que quería.
Estaba tan cansada de esperar que la situación cambiara, que decidí cambiarla yo. Me cansé de machacarme por haber dejado que alguien como él hubiera hecho esto conmigo. ¿También el hecho de defenderme de Adam había sido una táctica para que cayera en sus brazos?
Me esforcé por borrar de mi mente cualquier pensamiento que hubiera en ella relacionado con él, y me prometí a mí misma que nunca más le dirigiría la palabra a Caín.
Me centraría en la carrera de derecho, y en nada más. Y si algún chico guapo se cruzaba en mi camino, en la Universidad o en alguna fiesta, no me pensaría dos veces enrollarme con él; estaba en la edad de disfrutar. Nada de colgarse de un tío, nada de permitir que me ignorasen; y nada de ser un juego o un reto para nadie.
Era guapa, inteligente, fuerte y luchadora. No podía volver a fallarme a mí misma. Ya me lo había permitido demasiado cuando estaba con Adam, y había venido aquí buscando otra vida; buscándome a mí. Y Caín encarnaba todo lo que había venido a evitar.
Estaba en clase de Derecho Penal, tomando apuntes con mi ordenador. Aunque me costaba concentrarme notando la presencia de Caín, para tomar apuntes no hace falta mucho. Era la última clase que tenía ese día, y tenía unas ganas enormes de que acabase, y también la semana.
Vega estaba sentada a mi lado, sin tomar apuntes porque, sabía, que si tomaba apuntes yo, no le hacía falta tomarlos a ella.
Aunque tener a Nora siempre había sido suficiente; Nora no estaba en mi misma carrera. Por lo que, aquella semana, tener a Vega en clase fue estupendo. Había sido un gran apoyo para mí todos los días, y, aunque no le había explicado mucho, le había aclarado que Caín no era gay, que me había acostado con él y que ahora me ignoraba. Cada vez que me pillaba mirándolo, me daba un codazo que me traía de vuelta a la realidad, y, cuando la miraba, siempre me decía lo mismo: “estás en Miami, hay millones de chicos guapos que harían fila por ti encantados, ¡que le den!”. Aunque yo siempre le respondía que no era para tanto, que mis ojos se quedaban clavados en él sin darme cuenta, que no era porque me gustara, y que me daba completamente igual si no volvíamos a hablar nunca; Vega no se lo creía. Pero era verdad; realmente, sabía que las cosas me irían mejor así. No podía tener cerca a alguien que opacaba de esa forma todo lo demás; que no dejaba espacio en mi mente para pensar en ninguna otra cosa.
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𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑𝐓𝐄 (Esquivando el dolor)
Ficção Adolescente𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐫á 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐫, 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐨, 𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐦á𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬. Una joven escapa de una relación de maltrato y se embarca e...