Capítulo 1

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La primera vez que Pete escuchó sobre los diferentes tipos de subgéneros fue cuando tenía ocho años, mientras su abuela intentaba hacerlo confesar que se había comido todas las galletas de la alacena sin permiso.

"Los Omegas mentirosos no van al cielo, Pete".

Aunque no se notaba con la edad suficiente para saberlo con mucha seguridad, el hecho de que Pete fuese diagnosticado como un Omega Recesivo fue lo más predecible. Complexión pequeña y delgada, rasgos finos y delicados y una personalidad sumamente sensible hacia los demás. A diferencia de Vegas, quien presentaba todas las características de un Alfa Dominante desde muy pequeño.

Su primer encuentro fue cuando tenían diez años, y el encanto que el testarudo Alfa sintió por el dulce Omega fue de inmediato, hasta el punto de aferrarse a él durante años.

El tiempo pasó y las cosas entre ellos fueron cambiando poco a poco.

La amistad dejó de ser suficiente y un sentimiento mucho más complicado los obligó a preguntarse si, en realidad, estaban dispuestos a entregarse a otras personas.

La respuesta llegó al mismo tiempo que el primer celo de Pete cuando era un adolescente, y Vegas estuvo ahí para escucharla; fuerte y claro. No había nadie más para ellos. Se anhelaban tanto uno al otro que tomaron la decisión de unirse en ese mismo momento, acto por el cual sus familias se levantaron en su contra durante mucho tiempo, pero que no les impediría elegirse una y otra vez. Todas las que fuesen necesarias.

Al ser un Omega Recesivo, Pete era consciente sobre la dificultad que tendría para concebir aun cuando su pareja fuera un Alfa Dominante como Vegas, por lo que nunca imaginó quedar embarazado adentrándose a su veintena.

La idea de tener un bebé siendo tan jóvenes fue aterradora y, hasta cierto punto, abrumadora. Una sensación de ahogo crecía dentro su pecho conforme pasaban los días; sin embargo, la posibilidad de formar una familia con Vegas sobrepasó dicho sentimiento con felicidad pura e inocente.

"Podemos hacerlo" eso pensó el dulce Omega. Podían ser felices junto a su pequeño bebé.

Pero el pensamiento no duró mucho.

No tras recibir esa maldita llamada del departamento de policías. No tras ver a su Alfa siendo detenido en televisión nacional. No tras las últimas palabras de Vegas en la correccional.

—Abórtalo —decidió destrozarle el corazón en mil pedazos—Deshazte de él. De todo lo que te relacione a mí y olvídame, Pete. Haz tu vida de nuevo sin mí.

Esa fue la primera vez que el Omega se topó con la crueldad y el egoísmo del Alfa.

¿Cómo diablos pretendía que lo hiciera cuando tenía pruebas fehacientes de su existencia en su vida?

Una de ellas grabada en la parte baja de su cuello y, la otra, creciendo poco a poco en su vientre con la esperanza de conocerlos a ambos.

—¿Por qué me dices eso? —la voz de Pete era quebrada, a penas capaz de formar oraciones coherentes entre su llanto reprimido. El pobre sintió tanto que se echó a temblar—. Deberías decirme que todo es una mentira. Un error. Deberías implorarme que te crea, que confíe en ti...—una de sus manos se atrevió a buscar el toque desesperadamente de su Alfa y sus feromonas disparándose—. ¡Dime que no asesinaste a todas esas personas! ¡Dímelo, Vegas!

Pero el Alfa no respondió a sus demandas.

"Los Omegas mentirosos no van al cielo, Pete".

—Te odio tanto, Vegas...

Y eso fue suficiente para quebrarlos a los dos.

El pensamiento de abortar pasó por su mente tiempo después, y el escuchar sobre el juicio de Vegas no ayudaba mucho.

El Encanto de la Bestia [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora