Capítulo 7. Parte III

330 57 2
                                    

El sonido de gotas de agua caer sobre el suelo fue lo despertó a Venice.

Sus ojos todavía adormecidos luchaban para ajustarse a sus alrededores y discernir figuras entre tanta oscuridad que lo hacía temblar.

¿Dónde estaba?

Lo último que recordaba era...

—Venice...

Reconoció aquella voz al instante con miedo y alivio combinándose entre sí.

—... ¿Jamie?

—Venice... —un susurro más débil y lloroso—. Venice... Me duele...

El pequeño intentó levantarse y seguir la voz de su amigo en lo que parecía un viejo y húmedo sótano de mala muerte, con apenas tres rayos de luz solar escabulléndose por una pequeña ventana mal tapizada con cinta adhesiva negra. Se dio cuenta de que sus piernas estaban atadas al igual que sus manos, y su fuerza no era suficiente para romper el material que lo sujetaba contra su voluntad. No le quedó de otra que arrastrarse contra el piso conforme intentaba recordar cómo habían terminado en ese lugar.

El terror comenzó a revolverle el estómago al recordar poco a poco esa misma mañana.

Iba camino a la escuela después de ver a su padre. Su abuela lo acompañaba y lo dejó justo en la entrada como siempre.

Recordó las reglas de su padre. Recordó que no debía hablar con extraños que se le acercaran. Recordó que aquello era exactamente lo que Jamie estaba haciendo a pocos metros de llegar a la escuela.

Y recordó como decidió acercarse por temor a que algo malo le sucediera a su mejor amigo.

Después de eso... todo se volvió negro.

—Jamie, ¿dónde estás? —murmuró con la esperanza de no sonar tan asustado a comparación de como en realidad se sentía—. Debemos...

Conforme más se arrastraba, las palabras eran mucho más difíciles de ordenar; al igual que sus pensamientos e ideas. Tenía que recordar la apariencia de aquel sujeto, tenía que recordar tan cuan mísero detalle que pudiese ayudarlo, tal y como se lo había explicado su padre.

"Pulga, si en algún momento te encuentras en peligro, no seas presa del miedo. Intenta poner atención en tus alrededores y memoriza los detalles como si fueses a tener un examen después. Colores, olores, decoraciones, tonos de voz, intenta recordarlo todo. Y si no puedes evitar sentirte asustado, créeme que haré hasta lo imposible por encontrarte. Lo prometo".

Venice sintió un leve choque con un bulto enfrente de él, reconociendo perfectamente aquellos cabellos rubios y rizados de su mejor amigo apenas consciente.

El olor a hierro y orina lo golpeó con fuerza y pudo sentir lo mojado de sus ropas. El pobre tenía miedo. Ambos tenían miedo, pero fue evidente que Jamie era el que se encontraba en una peor situación. Estaba herido. Manchas de sangre por encima de su frente e inicios de su cuero cabelludo.

—Jamie, despierta...

Venice estaba haciendo un esfuerzo abismal por no romper a llorar, sus labios temblaban y a duras penas podía controlar el gimoteo que quería escapar de su cuerpo entero.

Quería ver a su padre. A su abuela. Quería regresar a casar. A su lugar seguro.

No sabía dónde estaba, pero era horriblemente consciente de que no se encontraba a salvo.

Y justo cuando Jamie comenzaba a caer en cuenta de la situación, el chillido de madera crujiendo captó la atención de Venice: alguien parecía estar bajando unas escaleras en su dirección, y las ganas de vomitar se arremolinaron en la punta de su lengua. Era un olor peor a sangre y orina. Era un olor desconocido y pesado. Vulgar. Cruel. Grotesco.

El Encanto de la Bestia [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora