Pete estaba atrapado entre tanto papeleo que no había reparado en las llamadas perdidas de su teléfono.
Se dio a la tarea de analizar nuevamente todos los expedientes que pudieran caer en sus manos esa misma noche, y tras varias horas y cantidades poco saludables de cafeína y tabaco junto a Porsche, se sintió acorralado en un callejón sin salida. De nuevo.
Tal y como lo mencionó el Alfa, todas y cada una de sus viejas víctimas habían estado relacionadas con menores de edad, otorgándole cierta credibilidad a sus acusaciones. Pero eso no explicaba el cómo Vegas daba con ellas, y el maldito Alfa nunca tuvo la decencia de confesar aquello. ¿De qué manera entraban a su radar o lograban captar su atención?
Además, Korn tenía razón en algo: no había ningún tipo de denuncia contra ellos, por lo que no le pareció extraño que nunca se les haya investigado, ni siquiera después de muertas.
Mientras tanto, las recientes víctimas del posible imitador no se asemejaban en nada. Ni siquiera en...
Esperen.
Algo captó la atención del Omega en ese momento, quien se encontraba encendiendo un sexto cigarrillo. Se irguió sobre la silla y comenzó a buscar entre el mar de papeles sobre su escritorio. Al no encontrar aquello que cruzó su mente tan repentinamente como una ráfaga de viento, se apresuró a hacer una llamada; todavía sin detenerse a revisar el número telefónico que intentaba comunicarse con él desde hace horas.
—¿Saengtham? —La voz del forense Arm no tardó en escucharse al otro lado de la línea—. ¿Qué sucede?
—¿Tienes todos los expedientes médicos de las víctimas del imitador a la mano? —Habló con voz baja para no despertar a su compañero, quien yacía prácticamente desparramado sobre su propio escritorio.
—A la mano como tal, no —sinceró el Beta conforme sus pasos alrededor del laboratorio se escabullían a través de la llamada—. Pero dame tres minutos. Estoy seguro de que agregué copias a las carpetas que te fueron entregadas —dijo con cierta extrañeza—. ¿Qué es lo que necesitas?
Pete sintió una leve punzada en las sienes. Las ideas iban de un lado a otro, siendo perseguidas por suposiciones lúgubres que le revolvían el estómago.
—Los resultados de los subgéneros —respondió a la brevedad, llevándose el cigarrillo a los labios—. ¿Ya tienes el de la última víctima?
—Todavía estamos buscándolo entre la base de datos —el forense sonó repentinamente frustrado. Al parecer, las cosas tampoco eran fáciles de su lado—. Tenemos evidencia dental y dactilar, pero todavía no logramos dar con alguna coincidencia en el sistema.
Eso significaba que la víctima seguía sin identificar.
Ahogó un suspiro y dio una calada.
—... ¿Qué piensas? —Habló de nuevo el forense tras un breve silencio, suponiendo que la carencia de palabras por parte del detective implicaba algo—. Nunca antes te habías interesado en el subgénero de las víctimas.
Eso.
Precisamente eso.
¿Por qué diablos nunca había prestado atención a ese maldito detalle?
—Sus víctimas no tienen ninguna característica que los relacione —anunció el Omega con pesadez—. Más que su subgénero. Creo que el bastardo va únicamente tras Alfas.
****
—Deberías regresar a casa —habló el Omega conforme se levantaba de su lugar. Porsche siguió sus pasos fuera de la habitación con expresión sorprendida y un tanto confundida—. Tienes un hermano menor, ¿cierto? Deberías aprovechar lo que resta de la noche para verlo y descansar un poco —le lanzó una mirada rápida a su propio celular y apretó levemente la mandíbula. Vaya hipocresía con la que estaba hablando—. Mañana pasaremos a las unidades forenses. Será un día muy largo.
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El Encanto de la Bestia [VegasPete]
ContoTras años de su captura, el asesino serial Vegas Theerapanyakul acepta cooperar con la policía de Nueva York para atrapar a un posible imitador de sus delitos más escalofriantes bajo la condición de trabajar junto al Dtve. Pete Saenghtam, quien no s...