Advertencia:
En este capítulo se hará alusión a temas sensibles que podrían incomodar a ciertos lectores.
Se recomienda discreción.
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—No creo que sea una buena idea, Dtve. —Habló Porsche desde el asiento del copiloto, echándole un vistazo rápido a la zona trasera del auto por el espejo retrovisor—. El teniente no ha dado indicaciones de poder sacarlo al público.
Pete no respondió de inmediato y Vegas tampoco reaccionó de sobremanera. El Omega estaba seguro que ni siquiera había escuchado las palabras de su compañero. La atención del Alfa se encontraba dispersa, a la vez en todo y a la vez en nada, como si la autopista fuese lo más interesante del mundo y, al mismo tiempo, lo más aburrido.
—Tarde o temprano tendría que hacerlo —dijo finalmente el Omega, siguiendo la dirección marcada en el GPS camino al centro de la ciudad.
—Pero la escena estará llena de reporteros —insistió su compañero, sonando más exasperado de lo que Pete estaba acostumbrado a escucharlo; quien, para su mala suerte, comenzaba a perder la poca paciencia que una persona cuerda podría mantener en un momento como ese—. Solo un caos se desataría si un asesino serial como la Bestia de Medianoche aparece en la escena del crimen —declaró a mala gana—. Y no de un homicida cualquiera, sino de su posible imitador.
Aquello si logró captar la atención del Alfa.
—¿La gente todavía me llama así? —Se atrevió a curiosear, y sin la necesidad de voltear, Pete pudo percibir la sonrisa satisfecha de Vegas al hablar—. Aunque no debería sorprenderme —añadió conforme se acomodaba en el asiento—. Todos los que me escriben se refieren a mí con ese apodo.
El párpado derecho de Pete tembló ligeramente.
—¿Escribir? —Cuestionó con ambas manos empuñadas sobre el volante—. ¿Recibías correspondencia en prisión?
Hubo un silencio breve, pero no lo suficiente para ignorar la tensión creciente.
—Se sorprendería al saber lo que uno puede recibir en prisión, Dtve —regresó al tono formal y volteó de nuevo hacia la ventana del auto—. Pero sí, recibía correspondencia muy seguido —Pete no tuvo que preguntar—. De mis seguidores.
El estómago de Pete dio un vuelco.
No era nada nuevo que un asesino serial tuviera ese tipo de seguidores o fanáticos, pero el hecho de que realmente existieran personas que idolatraran acciones tras atroces como las que hizo Vegas; a sangre fría y sin ninguna pizca de remordimiento, le causaban estragos en su consciencia. ¿Tan podrida estaba la sociedad a la que su hijo tendría que enfrentarse una vez siendo adulto?
El GPS marcó su área de destino a meros metros de distancia, y tal como predijo Porsche, la entrada al condominio de apartamentos estaba repleta de minivans y reporteros andantes, intentando sobrepasar los límites de la zona mayormente ya acordonada y reguardada por la policía.
Pete se estacionó a lo lejos y soltó un suspiro, estudiando sus alrededores.
—Saldré e intentaré distraerlos un poco —avisó el hombre, desabrochando su cinturón de seguridad—. Aproveche para entrar con él y llevarlo a la escena.
El Omega le dedicó una leve sonrisa y un par de palmaditas en el hombro como agradecimiento a su compañero. Para ser un novato, era evidente que tenía agallas.
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El Encanto de la Bestia [VegasPete]
ContoTras años de su captura, el asesino serial Vegas Theerapanyakul acepta cooperar con la policía de Nueva York para atrapar a un posible imitador de sus delitos más escalofriantes bajo la condición de trabajar junto al Dtve. Pete Saenghtam, quien no s...