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Gulf creyó, deseo con todo su corazón que ese beso durara eternamente. Pero solo fue consciente de dos cosas : unas campanadas lejanas, apenas audibles, pero que por algún extraño diseño de aquel lugar rebotaban en los troncos de los árboles y se multiplicaban como ecos persistentes a su alrededor. Y también sintió, con angustia, que Mew ya no lo besaba ni lo abrazaba. Sino que tenía la mirada perdida en el cielo gris.

Solo se oían sus respiraciones agitadas en el hueco de aquel alto árbol.

—Son ... las campanas de las once ... Debo irme ...—dijo Mew con apenas un hilo de voz— Ha sido ... maravilloso ... conocerte ...

Y en un movimiento rápido se quitó la campera deportiva azul y envolvió a Gulf con ella.

—Quédatela, para que no me olvides... No creo que volvamos a vernos. No es para nada común que esto suceda. Ya fue un milagro que sucediera una vez ..., dos veces sería ... Aunque quizás tú, que eres especial, y logres volver a encontrarme ... vivo, vivía ... en el 2-23...

Y con el último eco de las campanas, Mew le robó un último beso a Gulf, que no paraba de temblar extasiado y se alejó corriendo.

Gulf trató de secarse el rostro para ver mejor pero la lluvia seguía intensa y apenas podía ver a unos centímetros por delante suyo.

Se le hacía difícil pensar. Aún sentía el calor abrasador de los labios de Mew sobre los suyos. Le costaba trabajo respirar y no paraba de rozarse la boca con la yema de sus dedos temblorosos, mientras se preguntaba si todo aquello había sido real.

Y entonces lo recordó ... recordó las últimas palabras de mew ...

...2-23...

Gulf sintió la campera azul sobre sus hombros y sonrío ...

—No renunciaré a ti, Mew ...- dijo con firmeza.

Y bajo una lluvia torrencial, comenzó a recorrer cada camino y cada recoveco de aquel extraño lugar buscando la casa 2-23 ...

30 de SeptiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora