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POV LISA.

Me quedo en el pasillo del lujoso hotel, mis hombros caen mientras mis nervios toman el control.

Esta noche llevo un vestido de noche negro con escote.

Me siento nerviosa, más nerviosa que nunca, y no sé por qué. Tal vez sea porque me encanta este vestido, me siento como una princesa y esto se siente como si esto fuera una cita real.

Sé que no lo es, por supuesto que sé que no lo es. Pero, puedo permitirme olvidar la realidad de la situación por sólo una noche, ¿no es así?

Mi tímida mano golpea la puerta y Jennie la abre apresuradamente, sonriendo al verme.

Mi aliento se detiene de inmediato.

Lleva un esmoquin negro. Su cabello está peinado a la perfección, y la forma en que me mira podría prenderme fuego.

—Mi hermosa Lili.

Mi corazón se acelera.

—Hola. —Sonrío y entro.

Cierra la puerta detrás de nosotras, me quita la maleta y la coloca con cuidado en el portaequipaje.

Cuando se vuelve hacia mí, toma mi rostro en su mano y me besa suavemente.

—He estado esperando esto todo el día.

Sonrío contra sus labios, mis manos descansando en sus caderas.

—Estuvimos juntas ayer, Jennie.

—No fue suficiente. ¿Cómo podría tener suficiente de ti en dos horas?

Estoy totalmente jodida porque Jennie está siendo tan dulce.

Sonreímos contra los labios de la otra y pongo mis brazos alrededor de su cuello.

—¿Cuáles son tus planes para mí esta noche?.—Pregunto.

Me sonríe.

—Pensé que saldríamos a cenar y tal vez disfrutaríamos de ir a bailar un rato.

Mis cejas se levantan.

—¿De verdad?

Sonríe ante mi emocionada reacción y luego me abraza con fuerza.

—De verdad.

Dios, es hermosa.

Cierro los ojos mientras apoyo mi cabeza contra su hombro.

Para.

Esto no es más que una fachada, una parte de su juego.

No te dejes engañar, hagas lo que hagas, Lisa.

Da un paso atrás y toma mi mano entre las suyas, llevándola lentamente a su boca para besar el dorso.

—¿A dónde quiere ir mi chica esta noche? .—Su mirada está fija en la mía.

Su chica.

Joder, estaba más segura que nada más era la típica imbécil que no quería más que follarme.

Me encojo de hombros tímidamente, abrumada por su tierna seducción.

—No tengo ni idea de a dónde ir en Londres.

Extiende su brazo para mí y yo enlazo el mío a través de él.

—Parece que estoy a cargo entonces. —Sonríe.

Me río y la beso.

—¿Alguna vez no está a cargo, señora Kim?

—No si puedo evitarlo.

Sra. Kim Donde viven las historias. Descúbrelo ahora