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POV LISA.

Me despierto en la silla con un sobresalto.

Es temprano en la mañana y Jennie está sentada junto a Yeji con las manos entrelazadas frente a ella.

—Hola.—le susurro.

Jennie sonríe.

—Hola.

—¿Estás bien?.—pregunto.

Asiente.

—Perdón por lo de anoche. —Se encoge de hombros—. Día difícil el de ayer.

Mis ojos vagan hacia Yeji.

Duerme tranquilamente.

Hago un gesto hacia el baño y entro.

Momentos después, Jennie me sigue, cerrando la puerta detrás de ella.

Me toma en sus brazos y nos abrazamos.

—Te extrañé anoche.—murmuro.

—Yo también. —Me besa suavemente—. ¿Yeji durmió bien?

—Sí, estuvo fuera de combate toda la noche.

—¿Has dormido?.—Me mira y me pone un mechón de pelo detrás de la oreja.

—No, acabo de dormir una siesta. Aunque estoy bien. —La beso de nuevo.

—Lamento que Yeji quisiera que me quedara anoche. Me he sentido mal por eso toda la noche. Deberías haberte quedado con ella. es tu hija, no mía.

—No, está bien. Simplemente no estoy acostumbrada a tener a alguien más en quien confiar. —Jennie exhala un profundo suspiro—. Actué como una mocosa malcriada anoche cuando Yeji no me quiso.

Le sonrío.

—Amo a mi mocosa malcriada.

Sonríe mientras sus manos aprietan mi trasero.

—Salgamos de este lugar.

—¿Lis?.—Escucho a Yeji llamar.

Salgo del baño.

—Aquí estoy. —Yeji frunce el ceño.— Pensé que te habías ido.

—No, estoy aquí, cariño. Estaba hablando con tu mamá en el baño. No queríamos despertarte.

Jennie sale del baño.

—Hola. —La besa en la frente y toma su mano entre las suyas.

Verla ser tan cariñosa y gentil con sus hijos realmente me duele los ovarios.

—Hola, mamá.—murmura—. Perdón por todo este alboroto.

Sonríe con tristeza.

—Esto no es tu culpa, hija. Por favor, no creas que esto es culpa tuya.

Yeji guarda silencio.

—Hablé con el médico. Puedes volver a casa ahora.— Jennie le dice.

—¿En serio?

—Sí. —Su mirada busca la mía.—Debes tener algunas citas durante las próximas semanas, pero todo está bien.

Sonríe adormilada.

—Está bien. Realmente extraño a Maverick.

—Vaya… —Jennie pone los ojos en blanco—. Te alegrará saber que no pude encontrar a ese maldito gato cuando llegué a casa anoche. Tuve que pasar tres horas afuera buscándolo, solo para entrar y descubrir que había estado dormido debajo de mi almohada todo el tiempo.

Sra. Kim Donde viven las historias. Descúbrelo ahora