Sixteen;

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113 d.C

Rocadragón, tierras de la corona.


Rhaenyra se quedó mirando el castillo de sus ancestros mientras hacía un suspiro. Iba a hacer algunas administraciones, pero también quería hablar con su tía y con Alicent. Empezó a mover los anillos de sus dedos, aun mirando el horizonte. Algo le decía que venir aquí no era del todo una buena idea. Su intuición le decía que la reina iba a envenenar más la oreja de su padre. Pese a que hubiera estado obligada, o eso quería parecer.

Que su padre se hubiera casado tiempo después de que su madre muriese, aún le dolía, pese a que sabía que el consejo le había estado presionando con aquello. Ella temía el matrimonio, pese a que era con Laenor, porque aquello implicaba que debía dar herederos. Pero Rhaenyra sabía de la naturaleza de su primo, desde siempre. No sabía si aquel matrimonio iba a funcionar, sobre todo sabiendo que debía enfrentarse a los Celtigar para poder heredar el trono de hierro. Y si tenía más hijos, cosa que también molestaba mucho a la princesa, iban a querer que apuntaran a Aegon como sucesor. 

— ¿Nerviosa? — la voz hizo que se girara.

Rhaegor era alguien muy distinto a la reina. No parecía que tenía una máscara y quería ser amable por beneficio, él simplemente se llevaba bien con ella porque le gustaba hablar con ella. Hacía un tiempo que no se sentía así, tal vez desde que su relación con Alicent se rompiera. La princesa movió la cabeza, mientras lo miraba. 

— No. Simplemente molesta porque no he podido venir con Syrax. —  mintió, porque aún no sabía si debía confiar en él o no.
—  Cuando se pone nerviosa, empieza a mover sus anillos compulsivamente —  La princesa parpadeó, mientras el caballero le hizo una sonrisa. — He oído hablar de su tía. Dicen que es muy hermosa y que sabe manejar la espada como si fuera un hombre. 
—  Mi tía Daenaera siempre ha sido un espíritu libre. Aunque siempre ha sido selectiva con quien quiere estar. 
—  Princesa, ya hemos llegado.

Ya era hora. 

La princesa se movió, con Ser Rhaegor detrás, mientras bajaba del barco. Su tía la estaba esperando, como siempre, con un vestido negro y con una cara seria. La relación entre ellos se había deteriorado demasiado, y aquello le producía pesar. Parecía que había visto a Ser Rhaegor, y eso no le producía mucho placer. 

— Tía — habló la joven, mientras esta se giraba levemente — este es Ser Rhaegor Celtigar.
— ... Eres el hermano de mi hermana, ¿me equivoco? — habló la de cabellos plateados, mientras el hombre hacía una reverencia.
— Alteza. Vine con la princesa por querer conocer el lugar ancestral de los Targaryen. Además, debo admitir que desembarco del Rey me aburre demasiado.
— ... Ya veo — Su tía movió la cabeza — eres bienvenido, Ser Rhaegor. Ten cuidado con los dragones.
— Descuide.

Rhaenyra observó como su tía se quedaba observando al hombre mientras se quedaba en silencio. Parecía que no le gustaba que hubiera venido aquí. Sin embargo, no dijo nada. 

— ¿Estarás mucho tiempo? — preguntó entonces, aún con la mirada en Ser Rhaegor. 
— Unos días — replicó la heredera. — ¿Cómo está Alicent?
— Está en la guardería con Helaena y Rhaegar. Está empeñada en dar el pecho a la niña.
— ... Ya veo — Rhaenyra hizo una mueca, mientras su tía suspiraba.
... Lo hice para que Otto no tuviera ambiciones en el trono. Pero estos salieron debajo de las piedras — Rhaenyra hizo una mueca — ¿te trata bien?
Intenta ser amable. Creo que está guiada por el nuevo consejero naval.
Su padre — Rhaenyra asintió. — Así que la empujó a la cama de mi hermano.
Eso parece — bajó la cabeza. — ¿Sabes?... Siempre...
Siempre te gustó tu tío Daemon, lo sé — esta levantó la cabeza — pero te aleje por el simple hecho de, primero, Otto, después... Porque nunca lo puedes domar.
— ...
Y te conozco lo suficientemente para saber que eres consciente de que, si, sería rey consorte... Pero... La ambición le puede. Hasta que cambie.

𝘓𝘢 𝘤𝘢𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯 𝘥𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘨𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora