Cosmos II: Educación Deoral

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-Alpheron es un Astra maravilloso. Lo vas a adorar al instante. -Describió Surgnus a Nocte quien estaba a su lado. -Alpheron es un maestro en el arte de la enseñanza, te sorprenderá la paciencia que posee... Y sus cualidades maravillosas

Surgnus no paraba de hablar y describir el talento de Alpheron, parecía que lo conocía desde siempre y se llevaban mejor que nunca. A las espaldas del Astra de la destreza, se escuchaban leves risas de los cuatro Deoros principales de Surgnus.

-¿Desde cuando lo conoces tanto? -Preguntó Nocte con curiosidad.

-Bueno, en sí hace miles y miles de eras atrás... El fue el sexto Astra en nacer. Yo soy el quinto. -Recordó Surgnus con nostalgia, orgulloso de su sabiduría.

A pesar de los recuerdos felices, Surgnus trató de evitar el hablar informalmente. En sí, era su deber informar a los Deoros más jóvenes acerca del carácter de quien lo tutelará por cierto tiempo, hasta que el Astra que eligió esté listo para asumir el cargo de cuidarlo por el resto de la eternidad.

Sin embargo, la expresión en el rostro de Nocte no era de total felicidad, sino mostraba una expresión de tristeza.

-¿Y qué pasará con Gemisto? -Preguntó Nocte preocupado.

Surgnus no lo había pensado, a pesar de su sabiduría era un Astra un poco olvidadizo, así que detuvo el recorrido por un momento.

-Creo... que ya encontraré a alguien quien lo pueda cuidar en mi ausencia. -Volteó la mirada hacia otra dirección. -¿Me disculpas un segundo?

Surgnus volteó y su expresión cambió a una más seria, como si sus Deoros ya estuvieran acostumbrados a esa característica semi-doblecara de parte de su Astra.

—¿Necesita algo, Astra Surgnus? —preguntó un Deoro cruzando los brazos

—Quiero que le avisen a mi tutelado que vigile a Gemisto. Es una orden. —exclamó lo último.

—¿Todos tenemos que ir? —cuestionó otro Deoro.

—No es necesario, eh... —Miró a un Deoro de núcleo color ladrillo. —Tú, Hernia

—Es Herinia. ¿Ya no recuerdas nuestros nombres acaso? —preguntó con seguridad y decepción en la expresión de su rostro.

Surgnus, indignado por la pregunta, miró a todos sus Deoros sin excepción.

—¿Cómo quieren que los recuerde? ¡Son cientos de ustedes! Es como visitar un multiverso entero y adivinar todos los nombres a la primera.

—Como sea, iré yo. —concluyó Herinia con un tono de voz desanimado.

No faltaba mucho para llegar, Surgnus mantuvo su mirada firme en el camino sin voltear, ni siquiera para hablar con Nocte, lo cual le pareció raro al pequeño Deoro.

Ya ahí, Alpheron los recibió personalmente como era de costumbre.

-¿Cómo están las cositas más hermosas de todo Luprem? -preguntó Alpheron.

Fueron pocos los que le respondieron ya que la mayoría lo ignoró para ir directamente a conversar con los Deoros de Alpheron.

-Oh... Nocte, ¿Cierto? -saludó Alpheron con amabilidad.

-Sí, señor Alpheron. -contestó Nocte.

-Bienvenido a mi área. Puedes acomodarte dónde quieras. Debes estar cansado después de todo el recorrido más el entrenamiento, ¿No es así? -preguntó Alpheron.

Nocte asintió ya que sus fuerzas no le alcanzaban para procesar una respuesta adecuada.

Alpheron miró a lo lejos y llamó a dos Deoros pequeños. Tenían una caracterizada marca de golpe cada uno, lo cual a Nocte le entró curiosidad.

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