NUESTRO HERMANO MAYOR:

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Cristo, Jesús, Yo soy, Jesucristo, Emanuel o el Mesías.
¿Quién es? Él es hijo del Altísimo, si aún tenemos dudas debemos dejarlas atrás.

S. Mateo 3:16-17
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

Cuando Juan el Bautista bautizaba en el Jordan, bautizo a nuestro Señor Jesucristo y la voz que venía del cielo era de nuestro Padre Celestial.
En este pasaje bíblico nos podemos dar cuenta de que es hijo del Dios Altísimo y que por lo tanto también es nuestro Dios.

Ahora bien ¿porqué se duda del poder y Majestad de nuestro Señor Jesús?
En algunas personas nace la duda respecto a si realmente es hijo de Dios y saben ¿porque?
Simplemente porque se dejan llevar por doctrinas falsas o bien por falta de conocimiento.

S. Juan 1:14
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

El verbo es nuestro Señor Jesús, por lo tanto es el Unigenito de nuestro Padre Celestial, no dudemos pues, de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo.
¿Que es lo que necesitamos para ser llamados hijos de Dios y hermanos de Jesús?

S. Juan 11:25-26
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Debemos creer en el hijo del Dios viviente, lo cual nos lleva a ser hermanos de Cristo Jesús y por lo tanto participar en las promesas que han sido hechas por nuestro Padre.
Debemos morir al pecado y renacer como hermanos de Cristo y ¿como se logra eso?
Sin duda lo logramos al ser bautizados en agua y limpios de todo pecado.
Al ser bautizados estamos enterrando esa antigua vida y renaciendo en una nueva en Cristo Jesús y Señor nuestro.

Romanos 8:16-17
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Debemos ir paso a pasito al lado de nuestro Señor Jesús, obedeciendo a nuestro Padre Celestial así como él obedece, debemos imitar el carácter de nuestro Señor Jesucristo.
Si cumplimos con las ordenanzas de nuestro Padre, más adelante podremos ser partícipes de la gloria de nuestro Señor Jesús y de nuestro amado Padre.

Autora: JIK

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