NUESTRO DUEÑO:

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Al recibir a nuestro Señor Jesucristo como nuestro Salvador estamos aceptando que sea el dueño de nuestra vida y que obre en nosotros.
Tenemos la salvación y vida eterna gracias al gran sacrificio de nuestro Señor Jesús.
¡Pero eso no es todo!
Debemos tener muy en cuenta que debemos dejar que nuestro Señor haga cambios en nuestras vidas, de nada sirve recibirle si queremos seguir en los deseos de la carne.
Debemos enterar no sólo nuestro corazón a Dios sino también nuestro cuerpo.

1 Corintios 6:17-19
Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.
Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Cuando el Señor es nuestro dueño dejamos de ser de nosotros mismos y pasamos a ser propiedad de nuestro Dios por lo tanto es nuestro dueño y Señor.
Es el porque es importante que nuestro cuerpo y por lo tanto nuestra sexualidad sea entregada a nuestro Señor.
Al recibirle, estamos permitiendo que Él sea el que nos ayude a superar esas tentativas que están en el mundo y que nos quieren alejar de él.
En nuestro caminar con Jesús siempre habrá tentativas, así que debemos estar despiertos para no caer en ellos.

Romanos 12:1
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Debemos dejar esa parte en manos de nuestro Señor que él sabe lo que nos perjudica.
Muchas veces estamos dispuestos a dejar varias cosas en manos de Dios, pero no dejamos que obre en nuestra sexualidad; osea no se la entregamos por completo, claro que la carne esta siempre queriendo que caigamos pero nosotros debemos resistir.

1 Corintios 3:16-17
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Nuestro Señor Jesucristo como nuestro único y gran dueño no dejará que la inmundicia nos inunde nuevamente, nos llamo a ser limpios, por lo tanto debemos mantenernos así para que su Espíritu Santo siga morando en nosotros.
Recordemos la historia del Rey Saúl, se equivocó tantas veces que cayó en desobediencia y por lo tanto, ¿que fue lo que pasó? El Espíritu de Dios se alejó de él y el Rey Saúl jamás pudo conectarse con Dios.
Así nosotros, si caemos en pecado y no podemos volver atrás el Espíritu de Dios dejara de estar con nosotros.

Autora: JIK

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