Capítulo 15: Señorita Escurridiza

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Separé mis labios de los suyos.

—¿Qué dijiste? —inquirí.

—Es italiano —contestó Joe, lanzándome una mirada coqueta y una sonrisa pícara.

¿Italiano? Me quedé boquiabierta.

—¿Qué significa? —pregunté, aún rodeando su cuello con mis brazos.

—No lo sé —mintió—. Mejor dicho, no te lo diré.

Su aroma me envolvió. Tenía una fragancia masculina, inmaculada y seductora. Parecía diseñada para embriagar los sentidos. Olía a excitación, como si estuviera preparado para beber sangre.

—Significa que te deseo —confirió finalmente, antes de que pudiera insistir.

—¿Cómo aprendiste italiano? —susurré antes de mordisquear sus labios.

Volví a besarlo, entrelazando mis dedos en su cabello enmarañado y húmedo. Mi lengua acarició su piel mientras le suministraba cortos besos por todo su agraciado rostro. Empecé por su mandíbula, recorrí su barbilla y mejillas, y terminé en sus húmedos labios.

—Ya sabes… —contestó, permitiendo que lo besuqueara por todas partes— Hace tiempo yo… salí con una chica italiana —me detuve cuando un perturbador sobresalto me barrió los sesos. ¡Maldición! Espero que no sean celos. Me dije, sintiéndome inexplicablemente sofocada—. No es que hable fluidamente, sólo me enseñó algunas frases aquella noche.

La sensación de opresión en mi pecho se estaba volviendo cada vez más insoportable. Deseaba que Joe dejara de hablar. Realmente, en ese momento no me interesaba saber cómo demonios había aprendido ese sugerente idioma. No quería imaginarme a la chica italiana seduciendo a mi hombre con su cuerpo de diosa mientras le susurraba al oído "te deseo".

Apreté los dientes, conteniendo una mordida.

—Dame un beso —me exigió él—. En el cuello.

No estaba segura de si debía hacerlo. Temía que no pudiera resistir la tentación de morder su cuello cuando su piel estuviera bajo mis labios. Sin embargo, me acerqué al hueco de su garganta y besé suavemente su piel. Pude percibir su deseo y noté cómo su pulso latía, indicándome que la sangre fluía por sus venas. Tuve que retroceder para reprimir el impulso de morderlo.

Debo estar hambrienta, pensé. Ya que por alguna razón, mis colmillos seguían instándome a morder de una vez por todas.

Él relamió sus labios antes de aproximarlos a mi cuello. Me devolvió el beso, recorriendo mi garganta con su lengua de manera lenta a la vez que debaja pequeñas mordidas marcadas en mi piel. El interior de mi vientre se apretó, mandando oleadas de calor a mis piernas.

—¿Sabes? —dijo, apretando mis caderas contra las suyas de manera demandante—. Quiero darte una noche especial, una noche como tú te mereces.

Instantáneamente, las comisuras de mis labios se curvaron hacia arriba. Definitivamente necesitaba que lo hiciera, que me tocara como sabía hacerlo.

Manteniendo la sagacidad en mis ojos y en mi sonrisa, puse mis manos dentro de los bolsillos traseros de sus pantalones para atraerlo más cerca de mí. Él me acorraló contra el automóvil y me besó con vehemencia mientras manoseaba mis pechos. Al sentir que perdía el aliento de un tirón, jadeé impacientemente.

Él gimió en mi boca. Al mismo tiempo, escuché los pasos de Adolph aproximándose.

Cómo dos adolescentes pillados con las manos en la masa, nos separamos precipitadamente. Todavía respirábamos con pesadez cuando el vampiro apareció en la entrada de la mansión con una Coca Cola en la mano.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora