Capítulo 18: Inmortal

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—Creo que está en su habitación —contestó Nina.

—¿Cómo está ella? —indagó Joe.

¿Se preocupaba por mí?

Por un instante mi pulso se aceleró tanto que creí que perdería el conocimiento.

—Está mejor que tú —comentó Alan.

Me pareció ver que Joe se estremecía.

—¿Tan mal aspecto tengo?

—Sí, terrible —le respondió Nina.

¡Demonios!

¿Era normal que a mí me siguiera pareciendo absolutamente hermoso?

Cuando Joe se dirigió hacia el pasillo, me levanté del suelo para evitar que pudiera verme. Como no tuve suficiente tiempo para correr y ocultarme en una habitación, me dispuse a limpiar los rastros de las lágrimas en mi rostro y apaciguar mi respiración. Él se detuvo para arrojarme una mirada penetrante al pasar por mi lado, la cual me provocó escalofríos en todo el cuerpo.

Mi respiración se alteró. Contuve el aliento para no evidenciarlo. A pesar de eso, sospeché que mis ojos mostraban todo mi desconsuelo.

Seguidamente, agachó la mirada, alzó la mano y recorrió mi nuca con un dedo. Sentí que mi cordura abandonaba mi cuerpo. Inmediatamente, exploró con las yemas de sus dedos la línea de mi clavícula hasta detenerse en el cuello de mi blusa, el cual sujetó con extraordinaria fuerza entre su puño.

Por un momento creí que tiraría de la tela para alzarme y me golpearía en la cara. Pero se limitó a juntar su nariz a mi garganta antes de absorber una bocanada de aire. Me estaba olfateando. Rápidamente se separó de mí y me echó otra mirada acusatoria, llena de desprecio, mientras negaba lentamente con la cabeza, como si estuviera decepcionado de mí.

Se marchó sin decirme una palabra. Me di cuenta de que había estado observando mi camisa manchada de rojo. Por supuesto, la había utilizado para limpiar la sangre de Donovan de mi boca. Era evidente que Joe pensaba que mordí al Succubus. Y lo hice, pero no de la forma que él estaría imaginando en ese momento.

¿Qué debía hacer? ¿Correr a rogarle perdón? ¿Darle explicaciones?

No, mi orgullo no me lo permitía.

***

Me encerré el resto del día. Estaba acostada en mi cama con los ojos cerrados cuando el reloj digital colgado en la pared emitió dos cortos bips, indicando que era medianoche. Al mismo tiempo, golpearon mi puerta. No tenía ganas de levantarme.

—Adelante —murmuré de mala gana—. Está abierto.

Al instante, cesaron los golpes en la puerta y escuché el leve crujido cuando se abrió. Su aroma penetró en mi habitación, dejándome completamente mareada.

¿Qué hacía Joe en mi dormitorio?

Me incorporé para comprobar lo que ya sabía.

El vampiro cerró la puerta a sus espaldas. Se encontraba de pie delante de la misma, sosteniendo un capullo de rosa roja, el cual se llevó a la nariz para inhalar su fragancia. De haber tenido un par de hermosas alas negras en la espalda, habría parecido un perfecto ángel maligno.

Abrí la boca para hablar, sin saber qué decir. Él se aproximó un poco más.

—¿Qué haces aquí? —protesté—. ¿Te has equivocado de habitación?

Él negó.

—Es más de medianoche. Feliz cumpleaños.

Alargó su brazo, ofreciéndome la rosa.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora