Capítulo 1: Atrapada

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Bowne St, New York, United States.

Degusté dos tragos de vino. Me encontraba sentada junto a mis amigas en una de las mesas del salón donde se celebraba el baile de máscaras del año. Le entregué la copa a mi compañera antes de levantarme para tomar aire en las afueras del lugar. Me sentía mareada por el licor.

Atravesé el salón con atolondradas pisadas. En la puerta estaban de pie los dos hombres de seguridad, vestidos de negro y con antifaces cubriéndoles la mitad del rostro.

Con la cara pálida y sintiéndome nauseabunda, salí casi disparada por las puertas de cristal, dirigiéndome hacia las calles vacías y oscuras. Todo se veía bastante solitario, excepto por un sujeto que creí reconocer. No llevaba su máscara puesta. Me pareció que íbamos juntos a la clase de inglés.

El chico estaba terminando de fumar un cigarrillo, el cual arrojó al suelo antes de darle un pisotón para apagar las cenizas humeantes. Se giró para regresar al baile.

—No deberías quedarte aquí sola en medio de la noche —me advirtió mientras entraba al gran salón.

Sospeché que me había hablado a mí, debido a que no había nadie más allí.

Sin prestarle atención, permanecí de pie en medio de la gélida noche. Necesitaba respirar, salir de la multitud.

Cuidadosamente, acomodé mi vestido de gala para sentarme en la frígida acera.

—Hola —mis oídos se inundaron de una armoniosa voz masculina que venía de alguna parte.

Giré la cabeza, mirando a todas partes, buscando la irreconocible voz. No logré ver a nadie.

—¿Qué hace una lindura como tú aquí solita? —señaló la misma voz.

Una figura masculina apareció ante mis ojos. Iba en un atuendo elegante, con una máscara negra cubriéndole la nariz y alrededor de los ojos. A la escasa distancia de un par de metros, se hallaba ese espécimen. No parecía demasiado mayor, era un tanto más alto que yo.

No lo pensé dos veces antes de enojarme. Fruncí el ceño, preparándome para insultarlo por su atrevimiento. Planeaba decir algo como: "¿Cuál es tu problema, tarado? Sal de mi camino". Pero no había siquiera pronunciado media palabra cuando el tipo me mandó a callar.

—Shhh, quédate muy calladita ahora —se aproximó con la misma cautela y determinación que un depredador antes de atacar a su presa.

Di marcha atrás, empezando a sentirme insegura.

Retrocedí a medida que él se acercaba.

Al tratar de reconocer su rostro, adiviné las intenciones en sus ojos ensombrecidos debajo del antifaz.

Claramente iba a hacerme daño.

Cuando mis ojos se posaron en la puerta del salón, pensando en atravesarla, el individuo la bloqueó con su cuerpo.

Los hombres de seguridad ni siquiera se alarmaron. Permanecieron tan inmóviles como dos estatuas.

Precipitadamente, me eché a correr a lo largo de la calle.

Como era muy lenta, decidí dejar mis zapatos de tacón en el asfalto y corrí descalza, sin darme cuenta de que el chico de la máscara venía detrás de mí. Y era demasiado veloz.

Lo más rápido que pude, avancé en dirección recta. A mi alrededor había un montón de negocios cerrados; no muchas tiendas solían abrir durante la medianoche. La luna no se veía en ninguna parte, pero los postes de luz iluminaban el panorama.

Giré cuando llegué a la esquina. Detrás de mí podía escuchar muy cerca sus pasos, incluso su respiración. Me volví hacia atrás, sólo para distinguir su deslumbrante sonrisa blanca, la cual mostraba al tiempo que me perseguía. En una de sus manos llevaba mi par de zapatillas de tacón alto.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora