Capítulo 3: Arma de Seducción

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Dejé que mi cuerpo decidiera por mí. Fue estimulante sentir las caricias de sus dedos sobre mi piel desnuda y húmeda.

Olvidé que debía respirar durante largos segundos. Contuve el aliento, petrificada, hasta que percibí la suavidad de sus jugosos labios palpando los míos. Utilizó su boca para abrir la mía y adentrar su lengua en ella.

Su sabor era extraordinario.

El beso se volvió perenne y ardiente mientras nuestras lenguas se encontraban, cazándose la una a la otra con movimientos exasperados. Sus firmes manos me apretaban cada vez más fuerte.

¡Sabía besar muy bien! 

Gemí dentro de su boca antes de apartarlo con rudeza para tomar aire. A pesar de esto, yo todavía tenía ganas de más. Sus apetitosos labios lucían tentadores, más enrojecidos e hinchados que antes. Sospeché que los míos también.

Intercambiamos una mirada de... "eso no debió pasar".

No obstante, no me arrepentía. Y estaba segura de que él tampoco.

—Perdón —se disculpó—. Lo siento, fui impulsivo, perdón.

—Está bien —giré la mirada al decirlo.

En ese instante caí en cuenta de que Joe no estaba durmiendo. Nos vigilaba desde la comodidad de su cama con los ojos entornados y sonriendo de forma malintencionada, malévola.

Para mi sorpresa, Nina también estaba despierta. La chica rubia le dio un beso en la mejilla al cuerpo dormido de Alan antes de salir de abajo de las sábanas.

Ellos lo habían visto, el beso.

Sentí que mi cara enrojecía de vergüenza.

La joven se dirigió hasta el armario para seleccionar alguna prenda y arrojarla en mi dirección. Las atrapé a tiempo.

—Creo que deberías vestirte, a menos que te guste ser acosada por todos los chicos de esta casa.

No está mal… Todos ellos son tan bien parecidos… Me traicionó la vocecita dentro de mi mente.

Horrorizada, me reproché a mí misma por los indecentes pensamientos que cruzaban mi cabeza.

¿Qué estoy diciendo? Debo estar enloqueciendo.

Nerviosa, le eché una miradilla a Donovan antes de volver al cuarto de baño para ponerme la ropa.

Si la idea era no ser acosada por los chicos de esa casa, definitivamente ese nuevo atuendo no iba a funcionar. Era un pijama de Nina. Un cortísimo vestidito de tirantes, de color púrpura, con encaje y sensuales adornos. La tela era prácticamente transparente.

No quería salir así, pero... no tenía otra cosa. Cuando abrí la puerta, asomé primero la cabeza para estar segura que de ninguno de los vampiros me estuviera viendo. Salí casi a hurtadillas.

Abracé mi cuerpo, sintiéndome casi desnuda.

Donovan lanzó unas sábanas nuevas y una almohada sobre el sofá.

—Si quieres, puedes dormir en el sofá. Yo dormiré en el suelo. Ahora que es de día, quizás necesitas descansar —sonó su cordial y sensual voz.

Claro, los vampiros duermen de día. ¿Cómo no se me ocurrió antes?

Cuando volteé a ver a los demás, todos parecían dormir. Sobre Joe no estaba segura, porque se estaba cubriendo los ojos bajo uno de sus brazos.

El galante Donovan estaba brindándome el sofá que, deduje, era el lugar donde solía dormir. En seguida se movió para bajar por completo las persianas, permitiendo que la habitación se tornara más oscura y fría.

Tentación (More explicit version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora